Aunque la Casa Rosada nació originalmente como un espacio de exposición de proyectos de los productos de dos diseñadores industriales, Grace y Kevin, esa idea empezó a transformarse en algo mucho más grande en donde también puedan recibir o impartir talleres.
“Solo llevamos dos años, pero hemos visto que el mismo público, los usuarios y nuestras amistades han ido transformando la casa y ha sido bien bonito ver cómo ha ido creciendo y diversificándose según las necesidades del momento», expresa Grace.
Grace trabajaba con plantas y su idea era vender sus productos, pero cuando empezó fue alrededor de la pandemia, lo cual hizo más difícil el arranque de su iniciativa.
Fue en ese tiempo que conoció a Kevin en un proyecto de cerámica y su amistad creció rápidamente, pues debían viajar todos los días por al menos una hora y media. En esos viajes hablaron de sus sueños, temores y de la necesidad de tener una especie de oasis seguro y amigable para la comunidad LGBTIQA+ en El Salvador.
También comenzaron a hablar sobre las disidencias sexuales genéricas, lo cual los condujo a pensar en hacer algo juntos, debido a la escasez de espacios seguros diurnos para la juventud. Así nació la Casa Rosada en La Libertad, Antiguo Cuscatlán, El Salvador.
Una casa con muchos cuartos
Desde talleres de arte, pintura, cerámica, hasta conservatorios e incluso un podcast, la Casa Rosada alberga un sinnúmero de ideas que van entrelazando todo un tapiz de oportunidades para discusión, creación y comunidad.
Esa transformación tiene que ver con su capacidad de ser flexibles, de moverse con la corriente, crear actividades y espacios que sean necesarios, según lo que está pasando en el momento.
Por ejemplo, el podcast La Taza Rosada nació de la necesidad de tener conversaciones abiertas, naturales y que inviten a reflexionar sobre distintos temas y ha funcionado de una manera genuina donde las pláticas son horizontales, entre pares y dejando a un lado lo académico y formal.
«Hablamos sobre población LGBTIQA+, feminismos, gordofobia, arte, gentrificación, en fin, de todo un poco, pero en general es con el fin de ir aprendiendo desde las vivencias personales. Nos enfocamos mucho en invitar a personas que puedan hablar de su propia experiencia y desde lo que han aprendido y han crecido, no en el tema como tal“, explica Grace.
Exploración y salud mental
Otro de los segmentos que han desarrollado es Rosades Afuera de la Rosada, un contenido digital que presenta espacios seguros para la población LGBTIQA+ y a su vez le dan opciones a su audiencia para encontrar lugares fuera de la capital de El Salvador, con la intención de descentralizar un poco la información y los espacios culturales seguros.
Asimismo, la atención sicológica también es una de los servicios que ofrecen y al que le han puesto mucho empeño a pesar de las dificultades. Y es que En la Casa Rosada consideran que la salud mental va más allá del área psicológica, sino que también engloba brindar acompañamiento, como por ejemplo, las limpiezas energéticas, el ejercicio, la sección de yoga.
«Hemos empezado a dar clases que jamás nos imaginamos y dar servicios que jamás pensamos que existirían, por ejemplo, el área de atención social de terapias psicológicas». — Kevin.
Como ya han crecido tanto han comenzado a darle una estructura a su organización en términos formales y están en proceso de comenzar a hacer los trámites para que La Casa Rosada sea una organisación.
Los obstáculos
Los obstáculos más grandes empiezan por la rentabilidad. El término económico les afecta bastante y limita sus recursos, a ello se suma que aún no concluyen su formalización, lo cual les deja un límite en cuanto a qué recursos pueden alcanzar y cuáles pueden utilizar.
Por otro lado, aunque existe la necesidad de un espacio como el de La Casa Rosada, también está el rechazo de otras poblaciones, que discriminan la comunidad LGBTIQA+.
Por ejemplo, actualmente la alcaldía municipal no quiere que sigan en la propiedad actual y aunque su local es una casa propia de sus familias, Grace y Kevin están viendo de qué forma pueden navegar a través de esa situación.
«Hasta ahorita hemos estado en dos espacios físicos y eso viene con mucho privilegio, pues realmente estamos por el amor al trabajo. Entonces eso tiene mucho que ver con con nuestra posición también, pero sí vemos que de cierta forma en las comunidades que son vecinas de nosotres, pues hay como cierto rechazo». — Grace.
Y aunque consideran que han tenido suerte de no toparse con tanto odio, lograr una convivencia armónica es lo que más les ha costado. «Vivimos en una ciudad bien conservadora y tradicional, nuestro público son personas bien diversas y pues siempre hay malas caras y hasta nos han llamado a la policía local”, añade Kevin.
En términos de recursos humanos, el equipo es pequeño, son tres personas por ahora, pero la comunidad es grande y gracias a la publicidad, sobre todo en redes sociales, han podido movilizar los eventos, y El Changarro, que es una especie de tienda donde se venden productos de alrededor de 24 emprendedores, artistas, ilustradores, lo cual les da cierta rentabilidad económica y movimiento.
Por otro lado, a largo plazo el equipo también quisiera invertir en una biblioteca comunal, con mucha literatura diversa y pro LGBTIQA+, donde la gente pueda ir a leer, prestar o donar libros.
El rosa como un manifiesto
Grace y Kevin nos cuentan que originalmente se iba a llamar de 1000 formas diferentes. Pensaron en ‘casa amaranta’ o ‘punto celeste’, pero decidieron usar el rosado porque es controversial, sobre todo en una sociedad bien patriarcal y a la vez lo escogen porque es un color que comunica energía, cariño y luz.
“El rosa tiene tanto poder que dijimos ‘apropiémonos ese color y volvámoslo algo más’. Sí, somos tiernos y dulces y llenos de amor, de cariño, pero también con ese fuego, con esa ira, con esa rabia que es tan necesaria y volvámoslo también algo político, porque eso es algo que nos caracteriza mucho dentro de la casa”, expresa Grace.
Esas dos áreas convergen en el rosado y por eso la casa es rosada, porque es ese espacio donde vas y puedes sentirte como en casa, en confianza y con apoyo de verdad, donde puedes expresar lo que sientes y no puedes decir en otro lugar.