Es hoy y todavía Nina recuerda el momento en que su mamá le compró su primera guitarra, ahora es una de las jóvenes cantautoras nicaragüenses más integral y constante.
Y sí, esa tarde caminando por el Mercado Roberto Huembes, quedó eclipsada por una guitarra pequeña y negra. No pasó mucho tiempo para entender que su vida había sido marcada por las cuerdas armoniosas. “Pasaba todo el día tocando y mi mamá todavía tiene grabaciones de las canciones que hacía a los 6 años dándole golpes a las cuerdas de la guitarra. Las letras abarcaban temas como lo mucho que me gustaba la Bella y la Bestia de Disney y los chismes en general de la familia o el colegio”, recuerda.
A sus 29 años, Nina considera a su guitarra como un fiel acompañante y aunque ha aprendido a tocar un poco de bajo y piano, no le pone el mismo empeño y no abandona a su instrumento favorito. Tanto así, que sin él no puede ni cantar, pues es parte de ella y solo se siente completa cuando sobre el escenario sus manos pueden sacarle melodías a la sinuosa madera. “Probé varias carreras y me costó por fin tomar la decisión de dedicarme completamente a la música, pero desde ese día no he dejado de practicar diario”.
Por ahora los planes inmediatos son seguir tocando con su mamá, Katia Cardenal, con quien se irá de gira a Europa a finales del año. También la idea es terminar el disco de Nina y Sebastián en el que han estado trabajando desde hace unos meses y espera que pueda lanzarse pronto.
Para Nina la escena musical nicaragüense necesita más presencia femenina, casi no hay mujeres que toquen instrumentos o escriban sus propias canciones y es por eso que admira a las mujeres que se han atrevido a romper el molde habitual “Mi inspiración siempre han sido las cantautoras como Clara Grun, Elsa Basil, incluso mi mamá. Admiro mucho a la nueva generación de mujeres músico, entre ellas Alejandra Serrano, Ana Gabriela Serrano y Marja Siu, pero sí, definitivamente siento que hacen falta muchas más”.
Pero ¿a qué se debe eso? Nina considera que es por la cantidad de requisitos que hay que tener para ser “aceptada” y poder hacer música. “Siendo mujer en el escenario, esperan que seas atractiva, que te arreglés, que seas carismática, que seas sensual, que seas dulce, y encima de eso, te exigen el doble como músico, porque no confían en que como mujer pueda tocar tan bien como un hombre. Hay un estándar muy alto para las mujeres y creo que eso hace que les dé miedo a las jóvenes a montarse a un escenario y revelarse ante el público. Pero sí creo que las cosas están cambiando lentamente para bien, muchas gracias al trabajo que han hecho las cantautoras en Nicaragua. Espero que de aquí a cinco años haya el doble de músicos mujer en el escenario”.
Es por eso que para ella lo más importante que puede compartirle a las jóvenes que estén dudosas de lanzarse a la música es que hay que romper las barreras y perder el miedo. Es necesario tener “piel de cocodrilo y no dejar que te afecten las críticas”. Pero por sobre todo la pasión por lo que se hace es el elemento fundamental, “porque si hacer música es tu pasión no hay nada que te pueda parar, y nada más te va a hacer feliz. En mi caso los mejores recuerdos de mi vida van de la mano con una canción, y mis logros más grandes han sido en el escenario. Para mí la música lo es todo. He crecido con música, se ha convertido en más que mi trabajo, pues es mi infancia, es mi familia, y mi pasatiempo”, enfatiza.
Fotografía cortesía de Eva Bendaña de Mejía y Bendaña Fotografía.