Desde el inicio de la humanidad, la música ha sido una extensión de los seres humanos. Los ha acompañado en situaciones muy difíciles como las grandes migraciones durante la última glaciación, la formación de civilizaciones a lo largo del planeta, al igual que en el desarrollo espiritual, político e intelectual de los últimos siglos.
La idea de que el ser humano posee derechos que garantizan funciones básicas y esenciales para la convivencia plena entre hombres y mujeres no es un concepto nuevo. Al igual que en la música es posible rastrear estas ideas desde las primeras civilizaciones, pasando por Grecia y Roma antigua, aunque estuvieran reservadas para las clases dominantes y privilegiadas, y alejadas del resto de las mayorías.
Es por eso que luego de la hecatombe provocada por dos guerras mundiales en donde el mundo estuvo apunto de sumirse a un oscurantismo totalitario, por primera vez todas las naciones de la tierra se reunieron en torno a una sola declaración universal que está supuesta a garantizar treinta derechos fundamentales para que todo ser humano que nazca pueda tener una vida plena y libre.
La música como lenguaje y como medio para mover consciencias es una de las formas de arte más universales, y ha tenido entre sus filas a artistas comprometidos con la justicia y la dignidad de las personas. El caso de Beethoven es un ejemplo claro. Vivió unas de las épocas más difíciles de la historia, fue testigo de revoluciones y de la construcción de imperios en Europa, de las luchas por la instauración de la república como sistema de gobierno y compartió con la mayor parte de la población el anhelo por la libertad (consagradas en los artículos 18 al 21 de la declaración universal de los derechos humanos).
Él debatía, componía, se organizaba en torno a una figura que parecía ser la luz en ese momento: Napoleón Bonaparte. El compositor apoyó mucho las ideas y figura de Napoleón, pero al darse cuenta que este se declaró emperador y mató la idea de libertad, no sólo lo denunció públicamente como traidor, sino tachó su nombre de la Sinfonía n.º 3 conocida como Eroica (Heroica, en español).
A Beethoven se le atribuye haber expresado: “Entonces, ¿no es más que un ser humano vulgar? Ahora también él (Bonaparte) pisoteará los derechos humanos y se limitará a satisfacer su ambición (…) ¡Se convertirá en un tirano!”
Otro caso particular es el saxofonista estadounidense John Coltrane, que a lo largo de su carrera fue un referente claro de la población afroaméricana en su lucha por sus derechos civiles y el respeto a los derechos humanos fundamentales. La obra de Coltrane, comprometida con el sentimiento de lucha de su comunidad, sirvió de inspiración a muchas generaciones de afroamericanos, principalmente para tomar consciencia acerca de la importancia de sus derechos.
Y es que los derechos humanos son tan básicos e indispensables para que el individuo pueda considerarse una persona plena, que siempre tendrán como enemigos al absolutismo, el fanatismo y la tiranía de muchas personas que persiguen el poder simplemente para fines personales.
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Estos derechos están peleados con la censura, con la intolerancia política o religiosa y con cualquier forma de discriminación racial, de género, económica, de orientación sexual o nacionalidad. Todavía la humanidad y nuestra región centroamericana tiene mucho camino que recorrer para garantizar estos derechos básicos a toda su población, y que todas esas formas de ruptura con los derechos humanos sean simplemente anécdotas en libros de historia.
Es por eso que los músicos, entendiendo nuestra posición en la sociedad, podemos colaborar enormemente en la divulgación del conocimiento de estos derechos. Podemos cantarle y componerle a la vida, a la justicia, a la igualdad, a la libertad; posicionarnos frente a la injusticia, el odio, la intolerancia y la discriminación.
Todos esos temas empujan la bandera de los derechos humanos fuertemente en una región donde muchas veces personas en posiciones de poder han querido arrebatarle a los seres humanos sus derechos fundamentales que están obligados a garantizar y respetar.