La nota roja es concebida como un género periodístico que ha tomado un gran auge en Latinoamérica. Su principal eje es cubrir historias relacionadas con la violencia, darle protagonismo al sufrimiento ajeno y demonizar a los victimarios.
Los primeros artículos de este género se caracterizaban por ser largos textos escritos con sumo cuidado de detalles y abiertamente explícitos. Debido a la falta de imágenes en esa época, las publicaciones impresas creaban una descripción mental muy precisa de los hechos.
Con la llegada de la fotografía a los textos periodísticos, se dio un cambio en el estilo y el contenido. Las fotografías que se presentaban anexas, tenían mucha violencia gráfica y sangre.
Las formas de hacer periodismo evolucionaron con el paso de los siglos y entró en contexto la televisión. Desde ese entonces, hubo un cambio en el formato de la nota roja, pero su contenido era igual —o peor— que antes. Se empezaron a utilizar las bondades del video y la narrativa de las imágenes para hacerla de una manera más fuerte e intolerable para los espectadores más sensibles.
En nuestro contexto
Guillermo Rothschuh Villanueva, en un informe titulado “La nota roja en los medios”, dice lo siguiente:
La nota roja por su morbosidad, emotividad y sensacionalismo, más allá de las voces críticas, se convirtió en el consumo de noticias predilecto de una buena parte de la ciudadanía.
Consciente de su consumo, los medios incrementaron la oferta creando programas especializados en las notas rojas desatando una competencia desenfrenada. No importó hipotecar su responsabilidad social ni apegarse a normas éticas mínimas que deben regir su comportamiento ante la sociedad, retrocediendo el ejercicio periodístico.
No se puede olvidar el año en el cual más auge causó la nota roja en la televisión nacional. Los canales en aquel entonces dividían sus noticieros en dos: una media hora con el formato común de noticias y otra media hora dedicada expresamente a la nota roja. Este fue un fenómeno masivo en la TV nacional, cumpliéndose así lo que el Dr. Rothschuh Villanueva afirma: era una competencia por el que presentara más sangre.
La niñez y la adolescencia en la mira
En el mismo informe, Rothschuh Villanueva comenta que, a lo largo de los años se ha abierto un debate por parte de universidades y Organismos No Gubernamentales sobre el trato que los medios le deben de dar a los temas relacionados con la niñez y la adolescencia. Dichos temas violentan en su gran mayoría, los derechos básicos de este segmento, olvidándose que hay leyes que protegen la integridad de los niños y niñas.
Algunos medios publican nombres y edades de menores que han sido infractores. Pasan por alto el Artículo 71 del Código de la Niñez y la Adolescencia el cual prohíbe claramente:
Artículo 71.- Queda prohibido difundir por cualquier medio los nombres, fotografías o señales de identificación que correspondan a niñas, niños y adolescentes que hayan sido sujetos activos o pasivos de infracción penal.
El Código de la Niñez y la Adolescencia protege la identidad tanto de las víctimas como los victimarios y prohíbe la publicación incluso de sus iniciales.
Rothschuh Villanueva declara que los medios de nota roja, lejos de condolerse de la desgracia humana, el énfasis de su noticia está marcado por una autocomplacencia morbosa. Asimismo, recuerda a los medios el compromiso ético y social de promover y respetar la dignidad de la ciudadanía.
Propuestas de cambios
El tema de la niñez debe ser tocado con pinzas por los medios de comunicación. En un taller de tres días impartido por el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en el cual participaron más 40 periodistas de los diferentes formatos, se propusieron medidas para empezar a crear un cambio en todo el discurso de cómo se aborda la violencia en los medios.
Uno de los cambios que debemos de tomar los y las comunicadores es empezar a crear una conciencia desde nuestro interior. Es necesario que se quite el concepto de “buenos y malos”, pues en un círculo de violencia, en muchos de los casos, el victimario fue también una víctima. Una vez que se identifican conexiones y que se adquiere una mente de “investigador”, nuestra percepción cambia totalmente y nos volvemos consientes de las tantas variables que pueblan los casos de violencia.
Los cambios no se logran ver de la noche a la mañana, pero iniciativas como estas por parte de Unicef, logran aligerar un poco los procesos de transformación en el tratamiento de la noticia. Muchas veces los comunicadores nos olvidamos de ser lo más importante: seres humanos.
Escrito por Franklin Villavicencio