Una zona de recreación rodeada por un lago de agua dulce que está escoltado por la ‘Managua linda Managua’.
Cuando el sol se oculta y sus últimos rayos bañan el oleaje del lago Xolotlán, a lo lejos solo se divisa una lancha de color blanco la cual pasa de guardia todo el día y escolta sus aguas cada vez que hay una actividad política en la zona del Malecón de Managua.
El día agoniza y los bohemios son atraídos hasta el Malecón ya sea en busca de una cerveza bien fría, un buen trago y buena compañía. El bar El Muellecito es uno de los más grandes y de los que encabeza de la zona de bares que rodean la orilla del lago, ahí llega todo tipo de clientela desde obreros de construcción, de maquila, estudiantes, taxistas y hasta un par de curiosos que quieren descubir que pasa con Managua en 24 horas.
En la entrada principal del Muellecito se divisa un rótulo viejo de cerveza Victoria acompañado de una fotografía enorme del dueño del lugar. Desde que ponés un pié en ese local comienzas a sentir una atmósfera de bacanal, con las luces de neon intermitentes, las bolas de disco que le ponen color al ambiente y la música de reggetón que enciende a los clientes, quienes llegan con ganas de sacarse esas energías ya sea en la pista de baile o incrementarla con el calor de los tragos.
El bullicio de la música es tan fuerte que para hablar con tu acompañante de al lado le tienes que gritarle al oído, pero eso parece importarles poco a la clientela que está más preocupada por quitarse la sed con la promoción del mes de dos cervezas por 25 córdobas.
Está noche no tan afortunada, El Muellecito un lugar que puede alberga a más de mil alma los días de mayor afluenza, está vez parece un bodega vacía con cinco clientes y con más de seis empleados dando atención personalizada. Las ventanas abiertas de lado a lados nos regalan una vista del oleaje del Xolotlán al cual nadie parece prestarle mucha atención porque sus miradas están fijas en la entrada pendientes de quien sale y entra al bar y otros están atentos a la barra de dónde despachan los pedidos de los clientes, esperando su ‘refill’.
“Algunas veces venimos para distraernos un poco, además nos gusta el ambiente porque siempre hay buena música aunque ahora no hay mucha afluencia de gente pero como la noche está joven tal vez se ponga mejor más tarde”, dijo Martha Carranza consumidora del bar.
Ever Delgadillo Dj del lugar desde hace cinco años, confiesa que las rolas que más le piden es la cumbia, el meregue, salsa y reggeton para los chavalos. En contradicción a lo todos pensarían del Malecón este lugar no es tan Sodoma y Gomorra como parece.
“Aquí se ha hecho de todo tipo de eventos menos actividades de gays, eso si que no porque la dueña no lo permitiría, pero otros eventos musicales, show de bailarinas o modelos lo hacemos y eso sí aquí se fulea cuando hacemos esas actividades”, compartió el Dj Delgadillo.
Sus dos caras…
Mientras de día el Malecón es idóneo para pasear disfrutar del viento, de los lugares históricos que sobreviven inmutables al pesar del paso del tiempo. Está es una zona de turistas nacionales y extranjeros que andan haciendo una que otra foto del Puerto Salvador Allende, la Plaza Xolotlán, el Teatro Nacional Rubén Darío, la Concha Acústica y la Plaza de la fe. De noche ahí es tierra de un enjambre de hombre, mujeres y chavalos que quieren divertirse, fregar un rato y echarse unos ‘traguitos’ desestresantes.
A partir de las seis el bullicio de los bares y cantinas comienza a sonar hasta más no poder. Cada puesto desde La conchita de Chepita, El Muellecito hasta La playita de los enamorados se pelean para tener los parlantes más potentes y así a traer a más clientes sedientos de diversión.
El Muellecito uno de los primeros bares que encabeza la línea de negocios de derecha a izquierda, es un sitio que esconde una inusual historia, su propietario original fue Jerónimo Polanco (q.e.p.d), quien desde su pose de guardia capturada en una fotografía continua vigilando como gárgola nocturna su bar, al lado de un rótulo viejo de cerveza Victoria. Polanco en vida fue un negociante que empezó hacer dinero con un puesto de lubricantes y luego se dedico a construir negocios nocturnos como bares y nigth club de bailarinas exóticas que se extendieron como epidemia por toda la capital.
Con su atroz muerte digna de una crónica roja, su hija Yaneri Polanco de 22 años, es la que administra el negocio. Y ahora la manda más del local logra sus mayores ventas los viernes, sábado y domingo.
“En los días buenos se pueden mover más de 200 cajillas de cerveza de litro y 300 cajillas de cerveza 12 onza, atender 460 mesas y hacer en caja unos 10 mil o 15 mil cordobas”, comento mientras servia una cerveza Henry Fernández mesero del bar.
Añoranza
El Malecón de Managua es uno de los sitos históricos más insignes de la capital y con el paso del tiempo ha tenido cambios camaleónicos.
“El viejo Malecón era distintísimo al actual, el de los años 50 tenía una gran cantidad de juegos mecánicos y una plataforma de un ranchon ubicado a unos 200 metros del lago, en ese lugar se recuerda la gran proeza de baile que hizo Lisímaco Chávez (q.e.p.d , fiel promesante del Santo Patrono de los managuas, Santo Domingo de Guzmán), cuándo paso en la pista (moviendo el esqueleto) por cien horas para ganar un bailatón. Moncho Bonilla era el propietario del ranchon y traía artista de la talla de Celia Cruz y las bandas más reconocidas del país brillaron ahí”, recordó Wilmor López folclórista.
Así como unos añoran la vieja Managua, los dueños de los bares de la zona del Malecón extrañan los viejos tiempos cuando esta zona no era cerrada por los actos políticos que constantemente realiza el gobierno en turno.
“Hoy está palmado porque cerraron la calle principal y la gente no viene y los bares cierran porque no van a estar pagando luz y meseros sino hay clientes”, dijo Oscar López trabajador de la zona.
A una hora y media para la media noche, la lancha de color blanco que vigila las aguas del Xolotlán continúa resguardando a su novia, la eterna bohemia.
“Esa lancha anda cuidando el evento que hizo el presidente, siempre que hay actividades políticas hay policía custodiando todo el lugar y una patrulla peina las aguas del lago, además cierran la pasada principal del Malecón perjudican a todos los negocios”, confeso Dj Delgadillo.
10:40 de la noche en el Malecón una zona de fiesta y algarabilla se ve silenciada por un acto político que obliga a la mayoría de sus bares a cerrar operaciones. Pero los días festivos continúan como si nada al día siguiente de cada acto.
Ya sea en el Puerto Salvador Allen de día o en los bares de noche, el Malecón a pesar del paso de los años contnúa siendo un sitio selecto para la recreación tanto de nacionales como de extranjeros que son atraídos por la curiosidad de ver a una de “leyenda de plata el Xolotlán”.
Escrito por Dorling López
Fotografía por Christopher Hasbani