Llamamos “trabajo de cuido” al conjunto de actividades que se realizan en la casa, con el objetivo de brindar calidad de vida a las personas que habitan dicho espacio: limpieza, orden, cocina, cuido de ancianos y niños, entre otras labores fundamentales para sustentar la salud y el bienestar dentro de la atmósfera hogareña.
Cuando este tipo de trabajo es asumido por una “ama de casa”, que por lo general suele ser una figura materna, no es remunerado, ya que es concebido como algo que esta mujer debe hacer por “amor” a quienes comparten con ella el espacio de la casa.
Si por otro lado, el trabajo es asumido por una empleada doméstica/asistente del hogar, los cuidados son remunerados, pero con frecuencia con un salario muy precario o bajo condiciones no muy dignas.
Dos aportes claves en el debate
La socióloga feminista Silvia Federici, en su trabajo “El calibán y la bruja” (2010) sostiene que el funcionamiento del sistema capitalista no podría sustentarse sin la explotación de las mujeres en la esfera del trabajo reproductivo, es decir, de los cuidados.
Para Federici, la contribución de Marx en su obra “El capital” es insuficiente, ya que este universalizó al sujeto proletario, y no consideró otros contextos y experiencias de explotación, tales como: esclavos y esclavas africanas, mujeres campesinas expulsadas de sus tierras, mujeres colonizadas en América Latina y finalmente las mujeres confinadas al trabajo reproductivo.
Según esta autora, el salario es una forma de crear jerarquías en la sociedad, en la medida que da a los asalariados el poder sobre los no asalariados. Y que a través de esta jerarquía construida por medio de la diferencia salario-no salario, se construyó un sistema de gobierno indirecto, que ha sido muy eficaz para dividir el proletariado.
A través de esta diferencia el capitalismo, el capital y el Estado han sido capaces de delegar a los hombres, a los asalariados en la familia, en la casa, el poder sobre las mujeres: y la capacidad de obligarlas a trabajar en la reproducción.
Otro aporte interesante dentro de esta discusión, es el de la antropóloga y feminista guatemalteca Aura Cumes, quien en su brillante investigación “La india como sirvienta” nos habla sobre la dimensión racial dentro de la esfera del trabajo reproductivo, en el contexto indígena de Guatemala:
Exploré cuál es el sistema de relaciones sociales en que las mujeres indígenas se convierten en sirvientas, las ideologías e imaginarios sustentan esta lógica de subordinación, y las situaciones económicas, sociales y culturales lo mantienen vigentes en el tiempo. En otras palabras busqué entender a qué tipo de organización social y a qué economía política responde esta forma de dividir socialmente el trabajo, que se basa en un método jerárquico y que necesita mecanismos de despojo para funcionar (…) parto de entender la subordinación de las mujeres indígenas como sirvientas forma parte de la estructuración colonial de este país. (pág. 11)
Situación legal del trabajo de cuido remunerado en Nicaragua
En el artículo 146, de la ley No. 666, se exponen ciertas cláusulas para el desempeño del trabajo doméstico remunerado. En él se habla de condiciones mínimas de trabajo para la colaboradora o colaborador (aunque sabemos quiénes asumen este trabajo en el país), como alimentación y habitación propia en caso de que la trabajadora duerma en casa de su empleador o empleadora.
En esta ley no se define cuánto es el monto que debería pagarse por dicho trabajo, tampoco si debería ser un pago dentro o por encima del salario mínimo establecido, o si es un deber del empleador inscribir a la trabajadora dentro del seguro social. En conclusión deja a la trabajadora en un estado de absoluta vulnerabilidad ante un panorama de explotación.
Por tanto, es necesario preguntarnos si en el marco del proceso de cambio, crisis, revolución o como prefiramos nombrar a la situación que actualmente atravesamos lxs nicaragüenses, ¿seguiremos permitiendo marcos legales que desamparan a las trabajadoras domésticas?
¿Cómo dinamitamos la estructura sexista, racista y clasista del trabajo reproductivo?
Hemos visto la complejidad que enmaraña la división sexual y racial de los cuidados. La pregunta ahora es ¿cómo articulamos una estrategia para dinamitarla?
La baraja de ideas y posibilidades es inmensa tomando en cuenta la pluralidad de contextos. En la crisis que enfrenta hoy Nicaragua, donde el modelo de ciudadanía se encuentra en fuerte tensión, es importante pensar en formas alternativas de organizar las actividades productivas y reproductivas. Soluciones progresistas apuntan por una socialización de los cuidados, es decir una distribución equitativa de las tareas entre quienes viven en un hogar, donde los hombres asuman tratos de corresponsabilidad.
Sin embargo, tomando en cuenta que para implementar esta medida se necesita un proceso a largo plazo de concientización profunda sobre el tema, a través de la educación, y que muchas mujeres se encuentran en situaciones de urgencia, paralelo a este proceso el Estado debería asumir la responsabilidad de brindar protección legal a las amas de casa y trabajadoras domésticas para que accedan a derechos de ciudadanía y prestaciones sociales, además de aprobar políticas públicas que logren desarticular el sexismo y racismo enraizado en la esfera del trabajo reproductivo.
Por último, no está de más poner sobre la mesa que en relación a este tema, las feministas que contamos con privilegios de clase y raciales, tenemos la tarea de revisar si realmente estamos siendo coherentes con nuestros discursos, y traer a colación las interrogantes que una vez planteó la afroamericana Audre Lorde: ¿qué hacen ustedes con el hecho de que las mujeres que limpian sus casas y cuidan sus hijos mientras que ustedes asisten a conferencias sobre la teoría feminista son, en su mayoría, pobres y mujeres tercermundistas? ¿Cuál es la teoría tras el feminismo racista?» (pág. 91)
Cumes, Aura (2013). La “india” como “sirvienta”. CIESAS: México.
Federici, Silvia (2010). El calibán y la bruja. Traficantes de sueños: Madrid.
Lorde, Audre (1979) “Las herramientas del amo nunca desarmarán la casa del amo”. En Cherríe Moraga, Ch. y Castillo Ana (eds.) Esta puente mi espalda. Voces de mujeres tercermundistas en los Estados Unidos, Ism press, San Francisco.
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