El lenguaje es la facultad que permite al ser humano comunicar y expresar sus ideas y sentimientos a través de diferentes medios, siendo uno de ellos la lengua. Esta última es un vivo reflejo de la sociedad, pues en ella están presentes la historia, cultura, cosmovisión, experiencias y todo aquello que conforma la identidad. De ahí que se afirme que sociedad y lengua evolucionan paralelamente y no pueden desligarse. Y es a partir de esta afirmación que surge la siguiente inquietud: si nuestra sociedad es claramente discriminatoria, ¿se puede asegurar que esa discriminación está presente también en nuestro idioma?
En el español, el tema del machismo lingüístico sigue siendo objeto de discusión y por el cual no se ha podido llegar a un consenso. Para muchos colectivos feministas, la lengua española es excluyente desde el momento en el que se usa el género masculino para abarcar a hombres y mujeres, llegando hasta el punto de usar la palabra «hombre» para referirnos a toda la humanidad. Incluso, hasta hace poco muchos nombres de oficios o cargos no tenían su equivalente en femenino; no existían presidentas ni abogadas, ni doctoras ni ministras… estaban invisibilizadas en la lengua porque también lo estaban en la sociedad.
Elvis González Salvatierra, feminista y comunicador, considera que el español ha empezado a ser incluyente en la medida que los movimientos sociales, principalmente el feminista, han tratado de transformar los significados de las palabras y todo lo que conllevan. El hecho, por ejemplo, de feminizar los oficios y los cargos ha ido ligado con la transformación de la realidad, la cual ha estado siempre bajo el dominio masculino. «Una de las consignas más importantes que he aprendido en los últimos años es que lo que no se nombra no existe«, afirma Elvis.
Por su parte, la Real Academia Española se muestra reacia a este uso inclusivo de la lengua. Decir los niños y las niñas o los maestros y las maestras, es considerado innecesario porque puede usarse el masculino genérico para designar a todos los individuos sin distinción de sexo. La posición de la Academia se basa en la condición que tiene el masculino de no poseer un término marcado en la oposición masculino/femenino; es decir, funciona como una especie de neutro en el español, tal como existe en el latín.
La lingüista y catedrática, Francis Mendoza, considera que el lenguaje inclusivo debe tener un límite, pues muchas veces se cae en vacilaciones genéricas; debe marcarse una diferencia, siempre y cuando sea necesaria, para evitar el abuso y las discordancias. Si se considera que una expresión puede sonar excluyente, se recomienda el uso de términos neutros, como «la niñez» o «el personal docente». Sin embargo, esto no soluciona el problema en su totalidad.
¿Una deformación de la lengua?
Tal como sostuvo la escritora y feminista costarricense, Yadira Calvo, el mayor problema del lenguaje inclusivo está en la sintaxis, por ser este el esqueleto del idioma y en donde la regla manda a que las mujeres debemos sentirnos incluidas con el masculino genérico. Ante esta problemática, ha comenzado a popularizarse en redes sociales y en muchos medios digitales el uso de los grafemas «x» y «e» como una forma de englobar a ambos géneros (lxs niñxs, les maestres). No obstante, esto ha levantado muchas críticas por ser considerado una deformación de la lengua que no cumple con las reglas básicas del español. Otras personas han aceptado su uso como una forma de fomentar el lenguaje inclusivo en espacios informales, sin ser necesariamente algo que atente en contra del idioma.
Asimismo, se ha propuesto como alternativa el uso del femenino como término no marcado cuando se alude a un grupo de personas en donde el número de mujeres es mayor que el de hombres; pero esta opción tampoco ha sido aceptada por la RAE.
Entonces, ¿en qué quedamos?
Considerando que la posición de ambas partes se mantiene firme, la discusión acerca del lenguaje inclusivo parece no tener fin. Por ello, tomando en cuenta que la lengua evoluciona de la mano con la sociedad y que el uso se antepone a cualquier norma, lo mejor es escuchar la voz del pueblo.
Escrito por Daisy Largaespada
Yo apoyo el uso de la «e» para ser más inclusivo en artículos, sustantivos y adjetivos que antes se escribían con el género masculino para englobar a ambos géneros. Lo apoyo porque ahora nos encontramos también con personas no binarias (como yo) y algunes no binaries prefieren exclusivamente el pronombre de género neutral «elle». No debemos esperar a que la RAE apruebe algo para que sea válido socialmente y considero que la «e» funciona muy bien al incluir hombres, mujeres y personas no binarias (y es más fácil de leer que la @ y la x).