Mi nombre es Byron Sequeira, soy abogado y notario público de 27 años de edad. Trabajo como profesor en la Universidad Politécnica de Nicaragua, UPOLI. Actualmente, ejerzo la jefatura del área de práctica jurídica y resolución alterna de conflictos, en la Escuela de Ciencias Políticas y Jurídicas.
Disfruto demasiado ensimismarme, me pierdo muy seguido con algunas reflexiones muy personales. Soy muy dado a observar y aprender todo lo que pueda aplicar sanamente en mi vida. Me gusta la filosofía, pero no en el sentido de acumular conocimiento y saber quién fue Socrátes y presumir de ello. No.. en ese sentido no.
Me encanta la filosofía porque más allá de saber quiénes fueron las personas más destacadas en esta materia, me preocupo más en saber vivir, dejar vivir y cultivar en las personas que me rodean el buen vivir. Vivir sin preocupación, sin estrés. Amo la vida y creo en una responsabilidad histórica de vivir en un mundo mejor, a partir del mundo de las ideas.
Me apasiona escudriñar todo lo que nos ayude a volvernos personas virtuosas.
Estas líneas de LIBROS Y SABERES nace como una de esas reflexiones nocturnas. En las que recordé algunas preguntas frecuentes de mis alumnos y personas cercanas. Cada vez que recibía esa pregunta ¿le gusta la lectura? ¿Qué tipos de libros lee? Siempre sonreí y prefería a veces no responder.
Pero una vez, vi a una estimada alumna que leía un libro. Ella era de aquellas personas serias, pero amables. Y cuando le vi, noté la curiosidad humilde de saber el contenido del libro. Realmente ella lo disfrutaba!! Estaba sentada en una banca de madera. De esas bancas largas para seis personas. Bueno, ella lo ocupaba todo el espacio. Leía acostada. Estaba cómoda. Muy cómoda! Le vi y le pregunté.
Estimada, ¿le gusta la lectura? o ¿lee para su clase? Ella me vio y sonrió. Pero no respondió nada.
De pronto comprendí y claro, todo era evidente.
Ese día en la noche recordé todas las preguntas y en su mirada, me recordé. Sentí que debía escribir ese dialogo que tuve conmigo. Platicaba en mi mente a solas.. con ese niño curioso que llevamos dentro. De hecho, diría que algunos le llamarían locura, pero así me siento pleno.
LIBROS Y SABERES
Profesor, Ud. Que es maestro, ¿por qué no le veo hablar de libros leídos? ¿No le gusta la lectura?
– La verdad es que sí, me gusta la lectura, pero lo hago para mí. Leo para aprender a vivir y aplicar lo que aprendo. Leo todo lo que pueda aplicar adecuadamente en mi vida, todo lo que considere útil. Leo porque son insumos para construir lo que llamo el Templo consagrado a la ciencia y a la virtud, mi estimada.
Ya veo, pero ¿qué tipo de cosas lee?
– De todo. Pero mi preferencia son los libros antiguos. Aquellos de lenguaje exquisito y a algunas veces redundantes. Aquellos que trasladan al tiempo de antaño y le hacen disfrutar de la vida cuando aún las personas sabían vivirla.
Por ejemplo, ¿Cuáles?
– Me gusta Goethe, los libros de filosofía, esotéricos y religiosos, entre otros.
Pero, ¿qué hace leyendo cosas de religión y esoterismo? ¿No son contradictorios?
– Se escuchará grosero lo que diré, pero quizás para ojos intolerantes sí. No hay verdades absolutas y el conocimiento se encuentra en todas partes. Inclusive en lo más oculto y tenebroso.
Depende de uno lo que desee creer o no, aplicarlo o no.
Pero ud. No habla de lo que lee y tampoco recomienda que tipos de libro leer. Solo veo sus estados en Facebook y veo de todo ahí.
– Vea ud. Que interesante. Dice un refrán: Dime lo que presumes y te diré de lo que careces. Lo mismo sucede con la lectura. Las personas que leen y se rasgan las vestiduras sacando pecho de su lectura, quizás pierden la empatía y se vuelven soberbios. Comienzan a creerse más que aquel que sencillamente no degusta de un buen libro. Se creen súper humanos.
– Pero la verdad es que no presumo lo leído porque leo para mí, no para el pueblo. ¿Se fija?
– Por otro lado, no recomiendo libros, porque no hay nada mejor que degustar de un buen libro cuando ha sido la curiosidad lo que nos incita a leerlo y no necesariamente la recomendación de un sujeto.
Pero oiga, la vez pasada le vi recomendando libros.
– Bueno, recomiendo cuando veo que la persona lee y se ve en sus ojos el afán de aprender. Depende también de la persona. Cuando se sabe con solo una expresión de ella, para constatar que leerá y lo aplicará en su vida y no para decir: otro libro más! excelente.
– En fin, ud. Verá que el buen lector debe ser una manifestación de la tolerancia. Porque no debe leer para presumir, sino para tolerar todos los saberes. La empatía es una herramienta para afinar la tolerancia. Ponerse en los zapatos del que no lee, del que lee y no aplica, del que lee y se cree santo, del que lee y se aflige. Hay libros de libros, pero realmente se lee para vivir.
Pero vea, una vez conversamos del Principito y usted me compartió varias cosas sobre el mismo, pero en otra ocasión alguien hablaba del Principito y ud. dijo: No lo he leído. ¿Por qué lo dijo?
– Bueno, el silencio es prudencia. En ese momento, la plática se había tornado en saber quién había leído más. Para qué iba a perder el tiempo diciendo: Sí, lo leí y fíjate que me gustó esto, esto y esto. No, iba a ser una charla no productiva, porque recuerde, leo para mí. No para presumir lo que leí.
– En ocasiones simplemente digo: no lo he leído, también porque al oír hablar a la otra persona aprendo de lo leído desde una perspectiva diferente. La vez pasada, venía hablando con un buen hermano mío sobre ese libro y fíjese ud. Fue sorprendente lo que aprendí. De hecho, siempre aprendo de él. Lo estimo mucho y le quiero.
– Con esto no quiero decir, que no se aprenda de las otras personas, pero como verá… me gusta depurar la información que vaya a recibir.
Pero conmigo compartió lo del Principito. ¿Entonces?
– Ud. Es alguien de buenas costumbres y le veo de espíritu libre. Además, era un momento de tener una plática amena. Si se fija, platicamos algunas cosas del Principito desde una perspectiva reflexiva y no literaria del mismo.
Pero, ¿por qué en otras ocasiones, simple y sencillamente dice: No, no lo he leído? Eso he visto cuando alguien le pregunta sobre el contenido de algún libro.
– Sencillo. Es para que lo lea.
Pero que grosero que es. Ud. Es bien egoísta con el conocimiento.
– No mi estimada, no es eso. Lo que pasa es que el conocimiento debe ganarse – y no hablo del derecho a la educación de las personas- eso es otro tema. Hablo del conocimiento del YO. Son experiencias individuales. Cada quien sabe alcanzar su propio equilibrio. Lo que sucede es que nos han inculcado lo contrario.
Sinceramente, fíjese que ud. Es bien raro y complicado.
– Jajaja, agradezco su sinceridad.
En fin, ¿qué libro me recomendaría?
– Bueno, volvemos a lo mismo. Jajaja… pero vea, me cae bien. No le recomendaré todo un libro, pero si una parte de el, para que lo sienta y disfrute. Le recomiendo de la Biblia, Eclesiastés 12.
– Ahora, dispénseme, debo ir a occidente, a buscar lo que hemos perdido.