Además de celebrar a las madres nicaragüenses —que es justo y necesario—, este día se ha convertido en una exaltación del sentido de «sacrificio» alrededor de la maternidad, llenándola de un romanticismo que rara vez se relaciona a los padres. Ciertamente ser madre en Nicaragua es difícil, pero la forma en que lo celebramos no hace más que reafirmar la maternidad como un acto romántico exclusivo de las mujeres en lugar de una responsabilidad compartida.
Aunque no siempre se puede celebrar la maternidad con bombos y platillos, en esta ocasión decidimos celebrar a las madres hablando con dos mujeres que le dan un nuevo significado al hecho de traer una vida al mundo. Ellas son Danelia Martínez, de 38 años, gerente de una casa comercial en Managua y Sara Lila Cordero, de 30 años, emprendedora, fundadora de La Fábrica y bróder de Managua Furiosa.
Para ambas, la maternidad era un elemento presente desde niñas. En el caso de Sara Lila, que desde hace unos meses espera la llegada de su primera hija, siempre soñó con ser madre de una niña. «Pensaba ponerle Sirenita, como mi película favorita», nos cuenta. Luego creció y, como le gustaban las Spice Girls, pensó que Melanie sería el nombre perfecto —ríe. «Sí, [la maternidad] era un deseo constante, sin embargo, tenía paciencia, no apuros».
Danelia tampoco tenía apuros. Antes de salir embarazada esperó 7 años. «Esperé a que mi economía y la de mi esposo nos permitiera tener mejores condiciones para ser padres», recuerda. «Cuando nos casamos empezamos a vivir donde mi suegra, porque no teníamos para comprar una casa. Un par de años después nos enjaranamos con una y fue hasta que la deuda había disminuido lo suficiente que dijimos ‘ahora sí'». Actualmente Danelia tiene una hija de 5 años y uno de 3.
Sara Lila, que apenas empieza a vivir las primeras etapas de la maternidad como embarazada, dice haber recibido muchas muestras de afecto y cariño por parte de su familia y la de su esposo. Está disfrutando cada una de las fases y hoy, en ocasión del día de las madres, comparte su experiencia como Emprendedora y Embarazada en este post.
Los desafíos
Cuando Sara Lila compartió la noticia de que sería mamá de una niña, algunas personas le comentaron: «qué bonito, ¡una niña! Hay mucha más ropa que ponerle…», sin embargo, la ropa le hace muy poca ilusión. «Me hace más ilusión empoderar a una mujer en esta era, educarla y ayudarle a sentirse segura de sí misma. Tenés que darle esa ‘gasolina extra’ para inspirarla a ser lo que ella quiera sin importar su género. Lo veo como un reto, más que como un privilegio de escoger ropita», comenta.
Cuando les preguntamos si creen que hay una diferencia entre criar a una niña o un niño, ambas respondieron que sí. Sara Lila dice que de haber sido mamá de un niño también habría sido un reto: «[habría que] darle un ejemplo de un hogar en completa equidad para que este niño sea un reflejo de esto en su vida y también defienda a las mujeres», dice. En el caso de Danelia, que ha tenido ambas experiencias, reconoce que hay una diferencia en la crianza, pero cuenta que en casa el trato es igual y que ella, como madre, no hace una diferencia entre su hijo y su hija.
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Tanto Sara Lila como Danelia se han asegurado de crear un ambiente propicio para emprender sus proyectos de familia, no solo económicamente, sino en la parte emocional y humana. «No solo se trata de que tu hijo no se muera de hambre. Es cierto, yo me tomé mi tiempo, pero también porque quería estar bien preparada mentalmente para asumir la enorme responsabilidad que significa ser madre», cuenta Danelia. «Ser madre», subraya, «significa educar a un nuevo ser humano para insertarse en la sociedad, entonces, ¿qué clase de ser humano queremos educar?», finaliza.