La literatura no se encuentra alejada de una realidad social, pese a situarse en el mundo del arte y la ficción. Es curioso como muchas obras literarias sobreviven el paso del tiempo y pueden ayudarnos a comprender una sociedad o una época, de una manera más profunda que la de muchos libros de historia.
Los ejemplos son muchos, desde la Francia posterior a la Revolución de 1789, con las novelas de Balzac, el retrato del mundo de la burguesía francesa con Flaubert y su “Madame Bovary”, la primera revolución de esclavos en América (Haití) narrada por Alejo Carpentier en “El reino de este mundo”, el Perú de los 70’s de la clase alta limeña en “Un mundo para Julius” de Alfredo Bryce Echenique, la Cuba posterior a la caída del muro de Berlín y el fin del apoyo soviético narrado por Pedro Juan Gutiérrez en la “Trilogía sucia de la Habana”, o el país devastado y sin utopías que nos muestra Horacio Castellanos Moya en su polémica novela “El Asco”.
Todos estas obras son una muestra de cómo la literatura nos traslada a los sentires y las inquietudes más profundas de una sociedad, a los lugares más escabrosos e incómodos, a esos espacios íntimos donde la historiografía no puede llegar.
Franz Galich: un guatemalteco en Managua
Franz Galich nació en Ciudad de Guatemala el 08 de enero de 1951. Estudió literatura en la Universidad de San Carlos de Guatemala, pero debió abandonar el país en 1980, luego de escapar de un intento de secuestro por sus vínculos a movimientos de izquierda, que luchaban contra la dictadura de Romeo Lucas García (1978-1982).
Después de pasar por México y Costa Rica decide quedarse en Nicaragua, ilusionado con el proyecto de la revolución que estaba en marcha.
Durante esos años en el país trabajó como profesor de literatura en varias universidades, en la Escuela Nacional de Bellas Artes y también era sabido que junto a su esposa tenía un tramo en el Mercado Oriental. Justo esa disparidad de mundos en los que se movía son las que alimentan la obra de este escritor.
En 1999 Franz Galich gana el prestigioso Premio Centroamericano “Rogelio Sinán” con su novela Managua Salsa City, que publica el año siguiente. De forma simbólica esta obra entra de la mano con un nuevo siglo y con una Nicaragua completamente distinta a la de 10 años atrás.
La historia que nos entrega Galich es relativamente sencilla: Pancho Rana es un vigilante, conductor y ex combatiente del Ejército Sandinista que trabaja para una familia adinerada de la capital.
Aprovechando la ausencia de sus patrones, que están de viaje en Estados Unidos, se hace pasar por un hombre adinerado de la ciudad y se adentra en la Managua nocturna, es ahí donde conoce a Tamara (La Guajira) quien junto a Perrarenca, Mandrake y Pailaepato forman parte de una banda de asaltantes.
Toda esta historia transcurre en 12 de horas, desde que el sol se oculta hasta que sale a la mañana siguiente, por eso no es casual que la novela comience de la siguiente forma: «A las seis en punto de la tarde, Dios le quita el fuego a Managua y le deja la mano libre al Diablo.»
Dios y el Diablo sobre Managua
En esta historia el protagonista principal es el lenguaje, porque el autor rescata el lenguaje popular para volverlo literario, para convertirlo en un juego de palabras, de dobles sentidos y de humor cáustico para asuntos que aunque parecen banales a simple vista, en realidad son muy profundos.
Esta es la historia de los subalternos, de los desahuciados, de los despojados de ideología y de sueños, porque abajo todos son iguales, es decir, igual de jodidos.
En la novela de Galich convergen ex contras y ex cachorros del Ejército Sandinista, una generación que fue marcada por la guerra y sé ve a sí misma, 10 años después, sin otra posibilidad de oficio que no sea la violencia, porque lo que saben, lo que aprendieron, ya solo les es útil para el narcotráfico, el crimen o para cubrirle las espaldas a los que tienen el poder.
Los días de gloria, en los que podía soñarse un mundo distinto, se esfumaron, ahora solo queda sobrevivir el día a día, intentando escapar de la agobiante miseria de la ciudad, por medio de la violencia como el único recurso que les queda.
Managua Salsa City es la radiografía de una sociedad fragmentada, que ha perdido la utopía pero a la que aún le queda la noche para cumplir sus deseos, para dejarse llevar por el alcohol o el sexo, para soñar ser otro u otra, al igual que Pancho Rana fingía ser un hombre de dinero, o como La Guajira se hacía pasar por una mujer de “bien”. Una forma de resumirlo es cuando Galich dice “Dios y el Diablo sobre Managua”.