Arrullada por sones tradicionales, en una legendaria tierra donde se atesora el folclore nicaragüense en el lienzo fenomenal de la vida, María José Ocarina fue “sentenciada” a cadena perpetua musical, la tarde aquella que su abuela, la “culpable” de todo, le regaló una marimba.
Allí entre las teclas de ese instrumento comenzó la pasión de María José por los arpegios sonoros tradicionales, que todavía, evoca con grata felicidad, pues asegura que: “Cuando se me activa la marimba armamos tremendos bailongos con algunos compañeros míos, de esa pasión mi abuela es la culpable y mis padres también”.
MF: ¿Cómo empezaste tu vida artística?
Empecé a los 6 años cuando mi abuela me regalo una marimba, antes de eso la música había estado cerca porque mis padres eran bailarines tradicionales. La música y la danza siempre han estado en mi vida desde que yo recuerdo, ellos siempre han bailado, a partir de ahí, de esa influencia es que entro en la música, cuando me regalan la marimba empiezo a incursionar en la música y partir de hi como a los 7 u 8ª años es que ando montada en los escenarios tocando.
MF: ¿Y cuándo llegas a la percusión?
En la percusión entro ya como a los 17 años, desde los 11 a los 14 años tomé lecciones de piano y toque bastante piano con Nelly Alvarado, era mi profesora y después de eso entro a la percusión, entré en los coros del colegio allá en Masaya y ya después en Managua, siempre andaba con baquetas tocando en el bus, o tocaba el tambor cuando salía la gigantona, siempre andaba con un tambor y cuando llegué a la universidad en la UAM, entre de lleno en el grupo musical en la percusión porque cuando se graduó el baterista yo lo sustituí, yo no sabía mucho, solo sabía cosas muy básicas. No había estudiado era muy empírica, a parir de entonces fue que entré en la percusión.
Esta licenciada en administración turística cambió el rumbo de sus estudios para dedicarse de lleno a un instrumento concebido erróneamente “solo para varones”, María José se lamenta que en Nicaragua no existan actualmente muchas mujeres bateristas; “ Solo he visto una mujer baterista que ahora está en Costa Rica estudiando, y dicen que hay otra muchacha pero no la visto, no tengo muchos datos, ha habido mujeres bateristas en Nicaragua pero ahora no conozco muchas , a mí me encantaría ver más chavalas tocando batería”.
Ella asegura que no existe una clasificación de género femenino o masculino para un instrumento o no, y comparte una bonita experiencia que tuvo en Costa Rica: ”Yo estudié batería en Costa Rica, allí mi profesor me invitó una vez y encontré la maravillosa noticia que solo tocaría con mujeres éramos alrededor de 55 bateristas en escena y en una sección estábamos 6 mujeres bateristas solas en el escenario era súper emocionante era como hablar tu misma lengua, calzar con alguien con tu misma afinidad, es otra onda, me encantaría ver más chávalas haciendo percusión, aventarse sin miedo. Las 6 mujeres juntas tocando fue muy inspirador, muy nutritivo esa complicidad, al compartí con ellas hubo algo bonito, seria brutal que acá las chavalas se aventaran a estudiar batería”.
MF ¿Por qué alguien debe estudiar percusión?
Es saludable tocar la batería te desestresa, es súper alegre, te ayuda a ser muy creativo, tocar batería es una actividad que te parte el cerebro en cien mil pedazos para dar el ritmo, no es solo para hombres es ilimitado, acá se mira así a la batería porque no hay muchas mujeres en este campo, pero en otros países es algo muy natural.
MF ¿Cómo asumes la crítica?
Cada día trato de superarme más, de trabajar mas para ser mejor, he tenido reacciones machistas pero yo continúo, eso no me quita el sueño, acepto criticas constructivas, para crecer más, aprecio cuando la gente me da críticas que me ayudan a crecer, la gente sincera que no me dice que todo está bello me encanta, pero que me lo diga como un consejo constructivo.
María José ha trabajado con grandes artistas nacionales e internacionales, ha representado a Nicaragua en varios lugares del mundo, y ha cultivado un espacio en los escenarios del país, es multifacética, lo mismo arremete con el jazz, el rock o con las baladas de Marta Baltodano o las inspiradas creaciones de Katia Cardenal, pero al final siempre retorna a sus raíces, al bailongo de las marimbas y los bailes tradicionales, hilvanando la fina cuerda del arte más auténtico al más elaborado diapasón de un jazz que ronronea en las escobillas de su batería.
Escrito por Malva Izquierdo
Fotografía por Malva Izquierdo