¡Más te vale mastodonte!, de Micaela Chirif e Issa Watanabe, es ganador del XVII Concurso de Álbum Ilustrado A la Orilla del Viento 2013, que impulsa el Fondo de Cultura Económica.
Tuve la oportunidad de entrevistar a la poeta Micaela Chirif, autora, entre otros, de ¡Más te vale mastodonte! y Desayuno (reconocido recientemente con el White Ravens 2014). Con ella platiqué sobre algunos aspectos de la creación de un álbum ilustrado y su experiencia en la literatura infantil.
En términos más o menos simples, y dentro de lo que voy descubriendo poco a poco, el álbum ilustrado o libro álbum es un formato en donde imagen y texto interactúan para narrar la historia, de manera que se complementan y uno no funciona sin el otro.
Pero puede ser complicado precisar la relación entre texto e imagen porque, como nos dice Micaela, esa interacción varía de un proyecto a otro y cada proyecto tiene su propio espíritu.
Cada libro es una experiencia diferente porque trabajás con personas con estilos y tonos diversos. En el caso de ¡Más te vale mastodonte!, armé el cuento como un guión escribiendo el texto y describiendo la ilustración que debía acompañarlo. La frase del título, ¡Más te vale mastodonte!, salió como jugando y fue la que dio inicio al cuento y terminó armando el libro. Primero pensé la historia como un diálogo en el que la frase se iba repitiendo en una larga conversación entre el niño y el mastodonte pero la historia se dilataba demasiado. Opté entonces por convertir la frase en el punto de inflexión que se produce hacia la mitad de la historia y que la gira para conducirnos hacia el final. Issa propuso el estilo de la ilustración y logró que cada imagen trabajara de manera autónoma”.
En ¡Más te vale mastodonte! Un niño comienza diciéndonos cuán feroces pueden ser estos grandes animales y, a continuación, afirma que él —maravillosamente— tiene uno en casa.
Sin embargo, cuando intenta domesticarlo instándolo a cumplir una serie de órdenes, el mastodonte solo dice “¡NO!”. Ese es el quid del asunto: este mastodonte no obedece.
Nada de lo que el niño dice hará que el mastodonte modifique sus actos. Ni siquiera alzar la voz parece funcionarle sino que, por el contrario, lo empeora todo.
De hecho, hacia el final de la historia, es el agotamiento del niño (y no las órdenes), lo que mueve al mastodonte a reconfortarlo (ya que no a obedecerle). Si hemos de encontrar una moraleja aquí (la moraleja es el fantasma insufrible que persigue a las historias dirigidas al público infantil) ¿Cuál sería?
El libro deja abierta las posibilidades de que cada uno haga su propia interpretación del cuento y piense en la función que puede cumplir cada uno de los personajes: ¿es el niño, en efecto, un niño o un adulto disfrazado? y, si fuera un niño, ¿a qué imagen de niño responde? ¿Es el mastodonte un símbolo? y de ser así ¿de qué? ¿Qué se supone que es “educar”? ¿Domesticarse? ¿Obedecer? ¿Seguir órdenes? Y luego, mirando las ilustraciones, podemos pasar a las preguntas “detectivescas” ¿Qué hace un cuadro de Chaplin en la sala? ¿Cómo llegó el mastodonte hasta esa casa? ¿Dónde están los padres del niño?
El libro propicia una experiencia lectora amena y entretenida a cualquiera que lo lea (la edad no importa, soy una mujer adulta y definitivamente queda dentro de mis libros favoritos).
La edad no es una camisa de fuerza para poder disfrutar de su lectura, de hecho esa es la magia de los álbumes ilustrados e insto a cualquier adulto a explorar este mundo fuera de los esquemas convencionales sobre lo que debemos esperar de la literatura infantil.
La promesa de asombrarse será cumplida y ese es el mayor aprendizaje que podemos tener con un buen álbum ilustrado.
Pienso que los libros álbum tienen diferentes niveles de lectura. El lenguaje sencillo puede sugerir cosas que no son tan sencillas. Cada experiencia lectora es distinta y no hay nada mejor que asomarse a ver de qué manera “entra” un niño a un libro. De las mejores cosas que me han pasado desde que escribo libros para niños, quizás la mejor, fue saber que un niño había utilizado uno de mis cuentos para empezar a enseñarle a leer a otro más pequeño”.
Para Micaela el mastodonte es aquello que se resiste a ser domesticado. En mi opinión, da también la sensación de representar un estado salvaje o de irreverencia, tan propias de los años de la infancia. Incluso las texturas que utiliza Issa Watanabe nos revelan a un ser indómito y desenfadado, contrario totalmente a lo que el niño representa.
La manera en la que se nos retrata al niño, lo ubica como la figura que se empeña en convertir al mastodonte en un ser obediente (como lo haría un adulto que intenta educar a un niño).
Pero las ordenes dictadas no surten efecto y, si nos ponemos a pensar, ¿quién obedece porque sí? A mí, en lo personal, me ha dado a pensar sobre la naturaleza de nuestras motivaciones al cumplir órdenes. Un libro que definitivamente promete sacarnos del esquema de ¨libro infantil¨.
Pero en fin, son infinitas las lecturas que pueden darse a este álbum ilustrado y seguramente la que les he compartido no es ni siquiera la más acertada pero espero que se animen a encontrar la propia. Eso es lo importante.
Sobre Micaela Chirif:
Licenciada en Filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú, cursa actualmente un Máster en Literatura para Niños y Jóvenes en la Universidad Autónoma de Barcelona.
Ha escrito los cuentos para niños Don Antonio y el albatros, en co-autoría con José Watanabe (Lima, Peisa, 2008); Buenas noches, Martina, reconocido con el White Ravens 2010 (Peisa, 2009); En forma de palabras (Polifonía, 2010); El contorsionista (Museo de Arte de Lima, 2011); Desayuno, reconocido con el White Ravens 2014 (Polifonía, 2013); y Más te vale, mastodonte, ganador del concurso A la orilla del viento (Fondo de Cultura Económica, 2014).
Ha publicado los poemarios De vuelta (Colmillo Blanco, 2001), Cualquier cielo (Mundo Ajeno, 2008) y Sobre mi almohada una cabeza (Pre-Textos, 2012).
*¡Más te vale mastodonte! se encuentra disponible en Nicaragua en Libros para Niños*
Escrito por Lula Mayorga