Recuerdo que mi tía Marling era una adolescente cuando nos cuidaba a mi hermana y mí. Nos ponía música de la radio que en esa época rebozaba de nuevos artistas que llegaban desde afuera. México, Venezuela y España eran los favoritos. Las canciones de Luis Miguel, Miriam Hernández, Chayanne, El Puma y Camilo Sesto me las sé de memoria. Le encantaban a mi tía, que las cantaba con nosotros a grito partido.
Era 1991, tenía cinco años y lo recuerdo como que fuera ayer. Nicaragua vivía un período de transición entre el aislamiento de los ochenta producto de una guerra civil y un proyecto revolucionario fallido, y entre una época de incertidumbre político – social y música nueva. En la década de los ochentas difícilmente podías escuchar otro tipo de música que no hiciera referencia a la propaganda oficial encerrada en los últimos suspiros de la guerra fría y todo lo relacionado con ella o a la identidad folclórica nacional; pero todo esto cambió en la última década del siglo.
Nuevas radios abrieron y de repente las personas podían escuchar el último hit parade internacional. De pronto salieron canales de TV privados que ponían los últimos videos del momento. La TV por cable cayó como cometa y lo cambió todo de repente, y ni se diga de finales de década con el internet residencial. El rock, satanizado por muchos como imperialista en años anteriores, empezaba a formar sus tribus de admiradores y de pronto Nirvana tuvo la misma influencia en mucha de la juventud de Nicaragua que en otras partes del mundo.
Creo que todo esto tuvo una influencia muy fuerte en la sociedad, como una especie de terapia de electroshock, a tal punto que uno enciende la radio local y muchas siguen pasando las mismas canciones de la época. Al viajar me he dado cuenta que la influencia de esta década en Nicaragua es más fuerte que en otros países. Uno va a un bar y siguen poniendo las mismas rolas de Maná y Vilma Palma, se sube al transporte colectivo y son las mismas canciones de Chayanne y Enrique Iglesias, y en el taxi la radio se inunda con “Eres casi el hombre perfecto” y “Mujeres” de Arjona.
Siempre me he preguntado si es un fenómeno local o una simple impresión personal, ¿habrá sido por el momento histórico que estaba viviendo Nicaragua? ¿o tal vez nostalgia exagerada de una generación que no supo encontrar más música después de su juventud? ¿o será responsabilidad de muchas radios y medios masivos de no tener curiosidad de escuchar y poner más música? Obviamente hay medios que ponen lo actual y muchos que se especializan en música de otras décadas, pero siento que las mismas canciones me siguen como fantasmas. He llegado a odiar a Chayanne y al Puma, estoy hasta la pata de sus mismas canciones. Incluso varios jóvenes de diecinueve o veinte años me han dicho que sus canciones favoritas son las mismas de siempre.
De que si esto es bueno o malo pues no sé, pero a la hora de encender la radio, con excepción de algunas, la mayoría tiene el mismo repertorio de 50 canciones que en su mayoría son noventeras. Y no me malinterpreten, a veces programan cosas muy buenas, pero la mayoría de la población escucha estas emisoras, y uno se da cuenta por las canciones que más se cantan en los karaokes. Son las canciones con las que se conviven día a día.
Creo que los músicos hasta cierto punto podríamos contribuir a ampliar la cultura musical, no solo en compartir nuevos descubrimientos musicales con amigos y familiares, sino también en nuestra forma de composición. Si la sociedad escucha mayormente este tipo de música, pues los músicos también van a hacer sus rolas en torno a la misma.
No sé si sea una generalidad pero muchos nos hemos visto influenciados en gran parte por las bandas, sobre todo de rock, que cubrieron esta época. Yo la viví y pues es evidente que debo tener influencias, pero me llama la atención de jóvenes de veinte o menos, que hacen sus rolas con progresiones similares, ideas melódicas, arreglos y bases rítmicas de entonces. Creo que es en parte por lo mismo. Pero más que en los músicos es en el ambiente, en las ciudades, en el campo, cuando uno va a un rancho en Pochomil, o un bar en León, en una carne asada, en el súper y en los centros comerciales, la música de los noventas, aunque ya casi pasaron 20 años, está por todos lados.
Entre más amplia es nuestra cultura musical, más contribuimos a nuestra sociedad. Así avanza el desarrollo artístico y nuestra propia conciencia colectiva. Pensar que la música de “mi época” era mejor no solo no es cierto, sino es limitador, y denota falta de curiosidad por descubrir. Necesitaríamos cientos de años de vida para apreciar toda la enorme cantidad de buena música que se ha hecho y se sigue haciendo.
Lo que dices de la música de los noventas es cierto. A mi me gusta escuchar nuevas propuestas o tal vez algo más antiguo pero que nunca había escuchado,también me entusiasma. No me cierro a lo nuevo pero los 90’tas con Soda Stereo, Café Tacuba, Caifanes,Héroes, PearlJam, RadioHead,RHCP, el resurgimiento de Aerosmith…seguirán ocupando un lugar importante en mi soundtrack personal. Saludos!!