Tengo 23 años; es la edad cuando la mayoría de estudiantes universitarios estadounidenses se gradúan de la universidad y empiezan la vida real.
Es el tiempo para el reconocimiento de una misma, muchos cambios en la vida social y muchas ideas sobre lo fácil que la vida va a ser.
Es un año lleno de sueños que se caen muy rápido. Tengo muchas amistades que están haciendo programas de voluntariado como yo en los Estados Unidos o otro países.
Llegamos con nuestras maletas con todo nuestra vida, muy poca preparación y con la idea de que todo estaba listo para “cambiar el mundo”.
Llegué, como muchas otras personas, con el propósito de enseñar inglés. Antes de llegar, muchos de mis amigos me dijeron que no sé cómo deletrear ni hablar inglés bien, cómo voy a enseñarlo.
En el momento me molestó mucho, pero ahora veo que tenían razón. Yo, con este gran sueño de viajar, vivir en otro país y ayudar los demás, pensaba que sería fácil.
Sí, nunca había sido maestra ni tenía mucha preparación, pero tenía mucho ánimo y el deseo de sumergirme en todo.
Eso creo que es el mito de servicio internacional. Hay un cachimbo de programas que ponen personas, sin preparación o educación, en puestos para enseñar inglés.
El mito es que vas a ir a otro país y todo va a ser bello y fácil y vas a cambiar el mundo. Que si hablas inglés, se puede enseñarlo.
Que va a ser lo más bellos años de tu vida, que vas a viajar y conocer y disfrutar. Cuando leo mis pensamientos de cómo será esta experiencia estoy en shock las falacias que pensaba.
He aprendido que hay una grande diferencia entre hablar inglés y enseñar inglés. También hay mucho para lo que estos programas no pueden prepararte.
Quiero que quede claro que mi programa y lugar de trabajo me han dado mucho apoyo y una orientación súper útil sobre cómo vivir en Nicaragua y que me en-can-ta vivir en Nicaragua, sin embargo, todavía hay muchas cosas que no he estado preparada a enfrentar.
Una no se puede preparar para el calor que vas a enfrentar, ni para la dificultad de hacer amigxs al inicio, ni para los incendios que pueden a ocurrir en tu casa. Ni para los buses llenos de gente, las direcciones locas de Managua o el acoso y miradas que recibes en la calle siempre.
He experimentado toda esta bulla de vivir en Managua, pero creo que la cosa más importante para la que no te podés preparar es para el amor que vas a recibir.
Si es una niña en la calle corriendo para darte un abrazo o una persona ayudándome cuando estoy bien perdida.
Cuando he estado en el punto de decir aadddiossss Managua me voy al aeropuerto -creo que es bueno que vivo en el otro lado la ciudad- es el amor de mis amistades, el vecindario y mi familia nicaragüense que me ha ayudado sobrevivir y a amar la experiencia de estar aquí.
Si la vida aquí sin mi familia ya es difícil de vez en cuando, pero no hay nada mejor que una fiesta llena de alegría, amor y frijoles molidos para la tristeza. La gente nicaragüense ha mostrado este amor cada día que he estado aquí.
Entonces, sí creo que hay esta idea mágica que el servicio internacional es arco iris y mariposas todo el tiempo y las personas que van, van a cambiar el mundo.
De hecho, me siento un poquito tonta por venir a un país tan desprevenida, pero no hubiera cambiado nada.
Me gradué de la universidad hace casi un año con ideas grandes sobre cómo va a ser esta experiencia, y ha sido súper diferente, pero es mejor de lo que hubiera pedido.
Me sorprende que es posible graduarse de la universidad sin saber las cosas básicas de la vida -sobre impuestos o seguro o más básico como apagar el gas para no tener incendios en tu casa. Este año ha sido lleno de aprendizaje y cambios que no hubiera pensado.
Todavía recomendaría a cualquier persona que vaya a hacer un tipo de servicio así, si es en otro país o aquí en su propia patria.
Sin embargo, hay que tener cuidado que vas a caer en la trampa del mito. Y si caés, hay que saber que habrá mucha gente para ayudarte en el camino.
Colaboración anónima