En la historia de las mujeres aún queda mucho por contar y descubrir, ese es el caso de los movimientos de mujeres de principios del siglo pasado que han comenzado a salir a la luz y cobrar relevancia, todo eso gracias al trabajo de otras mujeres interesadas en mostrarle al mundo quiénes fueron nuestras ancestras de lucha.
Una de las tantas historias olvidadas se trata de los movimientos de mujeres obreras y anarquistas.
Ellas estuvieron presentes en los países con mayor producción industrial donde se había incorporado la mano de obra femenina, como es el caso de Europa, Estados Unidos, Chile y Argentina en América Latina.
Esta incorporación masiva de las mujeres en el mundo laboral, significó un cambio en las formas de vida de aquellos momentos y también significó nuevas dificultades, pero también nuevas oportunidades para las mujeres.
España y Mujeres Libres
El 2 de mayo de 1936, España vio el primer número de la revista Mujeres Libres, una publicación gestionada por mujeres de distintas organizaciones que tenían por objetivo común la lucha de los derechos sindicales.
Muchas de sus integrantes formaban parte de las Juventudes Libertarias, la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) una unión de sindicatos autónomos de ideología anarcosindicalistas y otras agrupaciones de la España previa a la Guerra Civil.
Desde sus inicios, Mujeres Libres se formó como un grupo totalmente autónomo a pesar que muchas mujeres pertenecían a distintas organizaciones.
Para ellas fue de vital importancia separar las reivindicaciones de las mujeres de la lucha de clases, porque consideraban que no se le prestaba la importancia debida.
Fue así como Mujeres Libres seguía la línea ideológica de la CNT pero con un objetivo propio: emancipar a la mujer de la triple esclavitud, «esclavitud de ignorancia, esclavitud de mujer y esclavitud productora».
En sus publicaciones dedicaron textos al aborto, la legalización de la prostitución, el amor libre, los derechos laborales de las mujeres, entre otros temas que fueron de verdad pioneros para una revista de su época. Se habla de que en poco tiempo pasaron a contar con 147 agrupaciones locales y 21,000 mujeres afiliadas.
Luego del estallido de la Guerra Civil española, muchas debieron partir al exilio y continuar sus labores en la clandestinidad por lo que la vida de la revista fue muy corta, por desgracia.
El recuerdo de Emma Goldman
El nombre de esta mujer ha resonado mucho luego que algunos investigadores reavivaran su memoria y su papel en las luchas obreras de principios de siglo XX en Estados Unidos.
Goldman nació en el antiguo Imperio Ruso pero migró a los 16 años a Estados Unidos para trabajar en una fábrica textil.
Su vinculación con los grupos obreros y anarquistas surge debido al trágico evento del 1 de mayo de 1886, donde una huelga laboral en Chicago fue reprimida con tal brutalidad que varias personas fueron asesinadas a manos de la policía.
Las movilizaciones continuaron y el 4 de mayo alguien colocó una bomba que asesinó a varios obreros y policías. Las autoridades responsabilizaron de aquel acto a quienes convocaron a las movilizaciones, cinco de ellos fueron condenados a muerte y otros a cadena perpetua.
A todos ellos se les conoce como Los Mártires de Chicago. En su recuerdo se celebra cada 1 de Mayo el Día Internacional de los Trabajadores.
Desde entonces Emma estuvo fuertemente vinculada con los movimientos obreros, tanto así que llegó a ser catalogada por el FBI como una de las “mujeres más peligrosas de América”, y es que sus posturas antimilitaristas, obreras y libertarias significaban un gran problema para el Estados Unidos de aquel entonces.
Fue encarcelada cuatro veces, la última fue por conspirar contra una ley que obligaba al servicio militar, después de eso fue expulsada junto a 248 presos políticos, y debió marchar a la Unión Soviética de aquel entonces.
Allá, se llevó una gran decepción de la revolución rusa y su dirigencia a la que acusó de enriquecimiento, burocratización e ir en contra de los intereses de los obreros.
Fue así como esta mujer se convirtió en una figura incómoda para Estados Unidos, pero también para los líderes de la Revolución Soviética. De su experiencia, escribió “Mi desilusión en Rusia” e inició su caminar por muchos países, siempre vinculada con su activismo y su producción intelectual.
“Si no puedo bailar, no quiero estar en su revolución”, esa fue la frase entre burlona y lapidaria con la que Emma Goldman —una mujer amante de la libertad— se marchó de la Unión Soviética.