Un artista del teatro nos expresa su punto de vista sobre la escena artística en Nicaragua, cómo se está desarrollando y, conforme a su experiencia, le da recomendaciones a los artistas nacionales.
Nabucodonosor Ganímedes o Nabuco (como todos sus amigos le llaman) estudió medicina en la UNAN, se desarrolló en un entorno artístico donde la danza era lo principal, a pesar de los prejuicios que muchas veces le hacían: “te vas a hacer homosexual, la danza es exclusivamente para mujeres”.
Descubrió que lo suyo es el teatro cuando decidió experimentar junto a su amiga y colega Clara Wilford con títeres en el grupo Guachipilín en el 2005. “La verdad me sorprendió mucho porque yo no soy muy inclinado a los títeres, de hecho en el medio artístico que yo crecí, mi entorno fue la danza, mi tía, que actualmente es mi jefa y una de las personas que admiro mucho como artista es bailarina, entonces yo siempre anduve detrás de ella en los ensayos”, expresa.
Se sumergió en el teatro y todo lo que eso implica, no solo las presentaciones y ensayos, sino desde la planificación, visita a medios, proyectarse en la televisión. Y como sucede con las personas que siguen su pasión, él daba un paso a la vez.
Incursionó un año y medio en el Teatro Justo Rufino Garay en el 2007: «me gustó porque fue un nuevo despertar, el despertar del cuerpo a un lenguaje escénico».
Sin dejar atrás sus primeras enseñanzas en el 2009 su tía Cleopatra Morales le impartió talleres dicción y de danza afrodescendiente, así como danza contemporánea con un grupo venezolano llamado Amazul. Luego tuvo la oportunidad de ir más allá para desarrollarse como director de un grupo de teatro universitario en el 2010, donde se capacita para el puesto “Docencia en el Arte” en la Universidad Politécnica de México.
“Para mí fue un paso importante, porque se preocuparon por que el cuerpo de docentes estuviese preparado y fuera más profesional ante las nuevas competencias del Siglo XXI, usando la educación como herramientas”, expresa Nabucodonosor; después de eso no pararon las capacitaciones y el crecimiento artístico que lo llevó a República Dominicana, El Salvador, Honduras y Costa Rica.
Perspectiva del arte en Nicaragua
Nabucodonosor no solo se ha desenvuelto en el teatro, sino que también se ha visto involucrado en otras artes y por ende considera que tiene una visión globalizada y no específica del arte nacional y su proceso de crecimiento. «En el país hay una gran fuente de talentos, trabajando en las universidades lo veo, son el semillero de todo proyecto. Pero es lamentable porque no nos dedicamos a ver a otros artistas, siempre vamos a ver a quienes están bajo nuestro criterio, bajo nuestra ala, y las personas que estamos haciendo arte tenemos que ver arte”, confiesa Nabuco, quien demás refiere que muchos artistas están temerosos a la crítica, lo ven como algo destructivo y no como algo constructivo.
Según él, los artistas son un producto, el público los busca y consume éste producto, la función, la presentación, esto implica usar técnicas de mercadeo y vender el trabajo, entonces existe el miedo de ser imitados. “Es un pensamiento triste y egoísta porque así no vamos a crecer, o sino, está el hecho de que hay personas que ya llevan tiempo haciendo arte y desde el inicio ya están descartando a los nuevos artistas. Creo que con esos prejuicios y temores están condicionando el pensamiento crítico, que es vital para el artista”, nos relata.
Pensar como actor lo ha llevado a congeniar con los artistas que dirige, desde el momento de la presentación se asegura que todo esté bien, desde la escenografía hasta el vestuario, y encargarse de transformar totalmente el espacio en el que se presenta. Siente que su trabajo ha dado frutos, ahora es director de dos grupos de teatro PEUA y el grupo de teatro de la UNI, que están dentro del Festival Internacional de Poesía y él lleva el cargo de jefe lector de las traducciones que se hacen. Asimismo, los Ilustres desconocidos, Teatro Unite y es director artístico en la Universidad Agraria.
Para Nabucodonosor no siempre es fácil crecer y desarrollarse como artista, se cerrarán puertas y verán mal el trabajo infinidad de veces. «Como actor, como director, como artista de años o como artista joven, el día en que nosotros perdamos la calidad humana se pierde la clave esencial del arte: llegar y tocar la vida de los seres humanos. Si es cierto que somos egocéntricos, nos gusta que nos vean, vivimos del aplauso del público, pero eso no significa que debemos olvidar nuestra sensibilidad. Porque cuando la calidad humana se pierde, nos volvemos mercenarios del arte, vendiendo sin llevarnos nada”, finaliza.
Escrito por Karen Llanes