En Latinoamérica todos los días hay niñas, adolescentes y mujeres víctimas de violación a las que les son negados los servicios de aborto legal y seguro.
Bajo argumentos pro-vida contradictorios y retrógrados son obligadas a ser madres siendo niñas o a morir por abortos inseguros.
De los 9 países en los que se penaliza totalmente el aborto, 7 están en la región de las Américas: El Salvador, Nicaragua, República Dominicana, Chile, Honduras, Haití y Surinam.
Además, de acuerdo con la OMS, el 21% de las muertes maternas se atribuyen al aborto inseguro y somos la única región en la que los abortos inseguros van en aumento.
Datos alarmantes
En Nicaragua, 8 de cada 10 mujeres víctimas de violencia sexual son niñas menores de 13 años. En el caso de México, 4 de cada 10 víctimas de violencia sexual son menores de 15 años y somos el primer lugar en embarazo adolescente entre los países de la OCDE.
4 de cada 5 denuncias por violencia sexual en Perú son de niñas y adolescentes. En Guatemala, diariamente se registran 5 embarazos de menores de 14 años. En Ecuador, entre 2002 y 2010, los partos en niñas de 10 a 14 años han aumentado 78%.
A pesar de estos escalofriantes datos, países como Ecuador, Perú, Nicaragua, Chile, República Dominicana, El Salvador y Guatemala continúan ejerciendo violencia institucional en contra de niñas y mujeres al negarles el acceso al aborto.
Paradójicamente, las mujeres con embarazos deseados sufren de tratos crueles inhumanos y degradantes en la sala de parto, así que al final en la región el discurso acerca de la supuesta “protección de la vida” es una farsa, pues no se ha traducido en una exigencia respecto a la provisión de servicios de salud para las mujeres que tienen embarazos deseados.
Estos datos fueron planteados el 19 de junio, donde 15 organizaciones civiles de América Latina y El Caribe conformaron la Coalición de Derechos Sexuales y Reproductivos y expusieron la grave situación en la materia en la 47 Asamblea General de la OEA.
Según los datos planteados, las principales afectadas son las adolescentes y jóvenes, niñas indígenas y afrodescendientes, que viven en zonas rurales, en lugares donde el virus del Zika se ha instalado, o son de escasos recursos y no cuentan con estudios escolarizados.
Desde un punto de vista escalofriante, las salas de parto siguen siendo una tumba, ya que ningún país estuvo en condiciones de alcanzar el Objetivo de Desarrollo del Milenio (ODM) de disminuir un 75% la mortalidad materna para 2015. Y aunque ha habido una reducción, ésta no ha sido homogénea.
Otros mecanismos de violencia
Por otro lado, las mujeres que no mueren, sufren cotidianamente violencia obstétrica, una forma de violencia institucional en el ámbito de la atención del embarazo, parto y posparto en los servicios de salud que el Estado no sólo no previene sino que ha normalizado.
Esta violencia consiste en cualquier acción u omisión por parte del personal de salud que cause un daño físico o psicológico a la mujer, que se exprese en la falta de acceso a servicios de salud reproductiva, un trato cruel, inhumano o degradante, o un abuso de medicalización. Lejos de tratarse de negligencias médicas aisladas, la violencia obstétrica es un patrón que se reproduce en toda la región.
Pero no termina ahí, el marco discriminatorio frente a la salud reproductiva también se ve reflejado en el limitado acceso a métodos de planificación familiar, incluyendo la pastilla de anticoncepción oral de emergencia (PAE).
La decisión de impedir la venta y/o acceso gratuito de la PAE, como ocurre en Perú, Costa Rica y Honduras, viola los derechos de las mujeres a tomar decisiones libre y responsablemente respecto al número e intervalo de sus hijos.
Entre las principales exigencias presentadas a la OEA se encuentra que los Estados que penalizan totalmente el aborto, modifiquen sus legislaciones para que las mujeres tengan acceso legal y sanitario a la interrupción del embarazo al menos en casos de violación, cuando la salud y la vida de la mujer se encuentre en riesgo o cuando el feto presente malformaciones incompatibles con la vida.