Los rayos ultravioleta (UVA – UV – UVB) son ondas electromagnéticas que generan daños moleculares con un espectro de penetración en la piel muy amplia y profunda.
Esto es independiente de la exposición directa a las mismas, ya que la luz UVA puede difundirse en la sombra y a través de cristales, ocasionando un daño acumulativo que tiene muchas implicaciones desde el punto de vista celular. Estas reacciones generan respuestas físicas y químicas en pro de la inflamación e inmunosupresión.
Se pueden desencadenar enfermedades agudas por fotosensibilidad dependiendo del fototipo de cada individuo y alteraciones crónicas acumulativas por fotodaño como el fotoenvejecimiento dérmico, que se caracteriza por piel reseca, adelgazamiento, agrietamiento e hiperpigmentación.
Todas estas reacciones son producto de una producción excesiva de radicales libres que irán lesionando el ADN, predisponiendo a desarrollar cáncer de piel.
La protección de la piel se basa en evitar la exposición directa al sol en las horas de mayor intensidad de luz, siendo entre las 10 de la mañana y las 4:30 de la tarde, y si se tiene que salir se debe utilizar ropa oscura y cerrada; gafas bloqueadoras de rayos ultravioleta y gorras o sombreros. Todo esto con el fin de disminuir la penetración de los UV hacia la piel y mermar el fotodaño que se pudiera provocar, si no se tuviera protección.
Se debe de tener en cuenta que la buena hidratación y alimentación rica en antioxidantes como los vegetales verdes, disminuye la producción de radicales libres; siendo los principales desencadenantes del fotodaño en la epidermis, el cual es irreversible cuando la exposición es exagerada.
Por consiguiente es necesario crear conciencia que broncear la piel no trae ningún beneficio y lo que provoca es propensión a enfermedades inflamatorias, además del envejecimiento prematuro e inmunodepresión dermatológica.
Sin embargo, cabe destacar que el exponernos al sol no es tan malo como la empresa farmacológica lo quiere mostrar, ya que necesitamos de rayos UVB para sintetizar la vitamina D, la cual es fundamental para el mantenimiento de la densidad ósea.
Los rayos de la mañana entre las 6 y 9 de la mañana no tienen la intensidad como para generar fotodaño, por lo que es recomendable recibir los rayos de sol con una crema humectante que evite la resequedad como mínimo 45 minutos antes de las 10 de la mañana y de esta manera aprovechar la vitamina D.
Si la persona tiene fotosensibilidad y la piel se le enrojece con facilidad es necesario determinar si la misma posee alguna enfermedad inflamatoria generalizada a la cual no le beneficia los rayos UVB, que son los que causan las quemaduras visibles.
En el próximo artículo presentaremos información sobre qué son los bloqueadores solares y las consecuencias de su uso.
Colaboración de Ramiro Montano