Casi un año ya de la masacre de Ayotzinapa. La autoridad policial mexicana reprimió una protesta estudiantil mediante la muerte de 6 estudiantes y la desaparición de otros 43, los cuales seguramente no volveremos a ver.
Debido a la presión ejercida por el pueblo mexicano y organismos internacionales, las autoridades se vieron obligadas a responder sobre este trágico suceso. Los policías municipales que participaron en la masacre de los normalistas fueron detenidos y dijeron que entregaron los desaparecidos a sicarios del cártel Guerreros Unidos. Declararon que dicha organización criminal había prendido fuego a los estudiantes y los habían enterrado en varias fosas. Sin embargo, nada de esto es suficiente para aliviar la zozobra provocada a sus dolidos familiares.
Creo fervientemente que los padres de estos jóvenes no descansarán hasta encontrar respuestas claras sobre la desaparición de sus hijos. El apoyo de sus compatriotas ha sido digno de admirar, puesto que la noticia no ha dejado de formar parte de la coyuntura política en dicho país. La solidaridad del pueblo mexicano con las familias de los normalistas constituye un llamado a la concientización. Frases como “Si no te indignas por la muerte de los normalistas, el muerto eres tú” me hacen reflexionar y traen a mi mente la masacre ocurrida el mes pasado en el sector de las Cuatro Esquinas, en la comarca Las Jagüitas, cuando un “fallido operativo antidroga” dejó como saldo la muerte de 3 miembros de una familia, incluidos 2 menores de edad, sin detallar los demás daños (morales y materiales) causados.
Este imperdonable hecho fue minimizado a imprudencia en un comunicado de la Jefe de la Policía Nacional, Comisionada Aminta Granera, quien se limitó a disculparse con las familias dolientes. El pasado domingo 2 de agosto, dos jóvenes estudiantes fueron baleados por agentes policiales cuando regresaban de una vigilia. La comisionada Granera también se disculpó por dicho “incidente”. Todo esto me genera serias interrogantes: ¿Las familias de los estudiantes mexicanos desaparecidos podrían tranquilizarse si el jefe policial les pide disculpas personales mientras derrama algunas lágrimas? ¿Hay que estar preparado para recibir en cualquier momento tan distinguida visita en nuestras casas en caso de que se cometa otra “equivocación” policial? ¿Dónde está la reacción de la ciudadanía? ¿Acaso se resume en simples hashtags publicados en Facebook y Twitter?
Sin duda, los hermanos mexicanos nos dan una nueva lección, como la que le dio a Sandino un mexicano en un bar durante su viaje a dicho país, cuando este le preguntó de dónde era, a lo que Sandino respondió “Soy nicaragüense” y el mexicano sin tapujos le dijo “Los nicas son unos vende patria”.
Por Rencel Castillo.