Escrito por Johann Bonilla
Periplos es un reportaje dividido en dos partes, que explora las más recientes experiencias en el exterior de les artistas Elyla, Patricia Belli y Noel Omar Saavedra (Nicaragua) y Anna Handick (Alemania).
En la primera parte de este reportaje se abordó la experiencia de Anna Handick y Noel Omar Saavedra sobre Delta: su exposición en dúo en la Kreis Galerie de Nuremberg, Alemania.
Esta sección se construye a partir del diálogo con Elyla y Patricia Belli. Acá, Periplos gira hacia un formato de cuestionario con les artistas, enumerando también una nutrida lista de eventos en su agenda 2024 y subrayando sus reflexiones.
A partir de esas reflexiones se abren múltiples dimensiones: la de sus prácticas artísticas, sus investigaciones recientes, el quehacer de la gestión; sobre la relación con su país, con su entorno inmediato y consigo mismos. Nos dejan entrar en sus espacios íntimos, nos cuentan sobre sus redes de apoyo y sus mecanismos de respiro.
Parte II: Elyla y Patricia Belli
Elyla (Chontales, 1989) fabrica manifestaciones artísticas poderosas que profundizan en la simbología y en las diversas capas de disidencia; y que, a su vez nos interpelan a retomar la memoria ancestral como elemento primordial de nuestra herencia mesoamericana.
A su vez, plantea una narrativa disruptiva respecto a las relaciones de poder, cuestionando las tradiciones mestizas y el despojo histórico fruto de la colonialidad, así como los cánones impuestos por el norte global y el sistema heteronormativo.
Su obra se balancea entre la representación matérica y el ritual como herramienta espiritual, y surca entre diversos medios, incluyendo performance, video, instalación, intervenciones site-specific y el teatro experimental.
En mayo del año en curso presenta la video performance Ofrenda en el MAC Panamá, en el marco de la exposición colectiva Pies bajo fuego: Sobre el despojo, curada por Miguel A. López.
The Rebels Were Waltzing on Air, desplegada en la Galleria Giampaolo Abbondio de Milán, es su primera exposición individual en Italia. La muestra sigue a su participación en la 60ª Bienal de Arte de Venecia, titulada Foreigners Everywhere, bajo la curaduría de Adriano Pedrosa.
A inicios de septiembre se inauguró su exposición Ya-bunanma-m-a-ta-ta| Lo Que Yo Veo Cuando Duermo en la Galerie Barbara Thumm de Berlín.
«Esta exposición (Ya-bunanma-m-a-ta-ta| Lo Que Yo Veo Cuando Duermo) es una investigación decolonial transoceánica entre el Sudeste de Asia y Mesoamérica, que retoma la práctica de la pelea de gallos para imaginar maneras de cuidar los procesos de transición de muerte y duelo, especialmente de los cuerpos, sexo y género disidentes», expresa Elyla.
Pueden ver más información detallada acá en el texto curatorial escrito por Ileana Selejan.
En este mes expone en Art Basel Miami con Barbara Thumm; y recientemente inauguró una expo individual en la KDR Gallery de Miami, la cual estará disponible hasta el 11 de enero.
Johann: Hace poco te mudaste a Suiza para perseguir tus estudios de maestría en bellas artes en el Institute Art Gender Nature de la FHNW University of Applied Sciences and Arts de Basilea, ¿Qué ha supuesto -principalmente para tu proceso creativo y tu producción- trasladarte a otro país?
Elyla: Mi proceso creativo al momento de parir una nueva idea no creo que se vea muy afectado; esas ideas siempre nacen en soledad, en conversaciones muy íntimas conmigo misma, las que me inquietan el espíritu y me mantienen a veces despierta por las noches.
Acá es muy solitario, algo que también aprecio mucho, la solitud es muy importante para mi proceso creativo. Creo que, más que todo, los cambios serán en relación a la producción y el trabajo comunitario.
Tengo toda una familia/tribu hermosa detrás de mí, quienes me han apoyado a través de muchos años; no tener su calor, apoyo y afecto es muy duro. Sin embargo, necesario para mi crecimiento personal.
De igual manera, espero estar en Nicaragua lo más posible cuando las clases lo permitan y cuando la obra requiera que viaje al país o al territorio centroamericano. También quiero estar abierta durante la maestría a que mis intereses puedan ser diversificados y mirar mi práctica desde otros ojos.
Johann: ¿Has itinerado en muchos países recientemente, siendo el punto culmen la Bienal de Venecia, ¿cómo ha sido ese proceso?
Elyla: Estoy muy agradecida, la verdad. Creo que, si no mantuviera una actitud constante de agradecimiento ante las oportunidades que me está dando la vida, perdería de vista mi propio centro.
Ha sido algo muy rápido todo, la verdad no entendía desde un inicio la magnitud de la Bienal de Venecia hasta que las cosas se fueron concretando poco a poco.
Todavía 2 meses antes de la apertura no tenía ninguna forma de cómo ir y al final todo se logró.
Para la Bienal, ya venía con una performance en Panamá (después de dos años de no hacer una activación en el espacio público) y también, de dos meses en el Istmo de Tehuantepec, México, profundizando mi investigación sobre lo chontal[1].
Entonces ya estaba esforzando mi cuerpo bastante. Nunca imaginé el nivel de intensidad que viví durante las semanas en la Bienal, y eso terminó cobrándomelo en Ámsterdam cuando tuve una cirugía de emergencia.
Sin embargo, estoy muy contenta de que mi trabajo esté finalmente siendo reconocido y que esto pueda ser un parteaguas para seguir abriendo brechas para la comunidad LGBTIQ centroamericana en el arte.
Johann: El contenido de tus obras cuestiona a las estructuras de poder y pensamiento en las que se ha cimentado la colonialidad, ¿qué ha significado exhibirlas en el norte global?
Elyla: Para mí es infiltrarme como virus con propuestas anticoloniales y sexo y género disidentes, lo cual para ellos es incómodo. Ya el resto, es resistir al colonial gaze lo más que se pueda, y evitar caer en spiritual performativity para ellos, y más bien generar redes entre lxs artistas que están siendo parte del mundo del arte en el norte global y que al mismo tiempo son críticos y mantienen una práctica localizada en el sur global.
Hay una movida marica/travesti/cimarrona/negra/trans/cochona[2] en el mundo del arte del cual tengo la dicha de conocer y por la cual también apuesto.
Johann: ¿Crees que al trascender los linderos del país y de la región, ¿La obra gana legitimidad?
Elyla: El arte es legítimo desde que nace de un espacio de honestidad. Ya lo otro, pues es entre Si y No. Sí, porque estamos insertos dentro del sistema del arte internacional y así son las reglas en este circuito, como cualquier otro, si querés entrar al circo. Y también no, porque es algo que al artista debería preocuparle y mantenerte al margen es posible.
En mi caso, por 14 años trabajé de manera independiente (sin representación de galería) en Nicaragua, sólo con el apoyo de espacios como Espira La Espora y de grandes maestras como Patricia Belli y Lucero Millán, quienes marcaron mi vida. Y de mis amigos, quienes también son grandes artistas.
Tengo muy poca producción de obra hasta la invitación de la Bienal de Venecia. Mi portafolio no es muy extenso, no respondo digamos a una demanda de producción, además mi trabajo no es tan fácil de comercializar.
Johann: ¿Cuál sería tu consejo a los artistas centroamericanos para internacionalizar sus carreras?
Elyla: No les aconsejaría que se enfoquen en eso. Que se preocupen en cimentar su voz interna, echar raíces, mirar hacia adentro. El resto cae luego, los frutos del quehacer artístico nacen cuando cuidamos nuestras raíces.
En mi caso, nunca me lo propuse; es decir, desde pequeña tuve que imaginarme nuevos mundos, por haber nacido en un pueblo pequeño, en el Chontales rural. Ahí comenzó mi carrera de artista y desde entonces mi trabajo es escuchar esas inquietudes, no las demandas o ideas de que es lo que debería ser un artista.
La “idea” de “buscar ser un artista internacional” es una falacia capitalista que te puede podrir por dentro, puede estar llena de ansias de fama, éxito, prestigio, etc. Todo parte del sistema en el que nos encontramos, que nos enferma. Hay quienes creen que hay una receta para entrar al mundo del arte contemporáneo a nivel internacional.
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Y si la hay, son recetas para ser un peón más dentro del juego. No me interesa, personalmente tengo otras intenciones con los privilegios que sostengo ahora.
Hay que más bien pensar en generar cambios radicales en la escena local del país, encontrar nuevos modos de dar a conocer nuestros trabajos. Eso me emociona. Nos empujaría a generar espacios de reflexión crítica de arte, a mantener espacios físicos de encuentro y de detonar nuestra imaginación para ver cómo podemos hacer un nuevo camino.
Patricia Belli (Managua, 1964) es una artista de enorme resonancia para la escena contemporánea latinoamericana.
Su cuerpo de trabajo representa una multiplicidad de capas dentro de las cuales se vislumbran exploraciones temáticas vinculadas a la otredad, lo íntimo, la vulnerabilidad del equilibrio, la femineidad, el patriarcado y la ruptura con socio-construcciones tradicionales.
Patricia Belli emplea en sus obras hibridaciones de materiales, entre objetos encontrados, fibras, huesos, poleas y elementos hechos a mano, conjugando amalgamas de gran carga simbólica y afectiva.
Este año Patricia ha participado en la Feria Material vol. 10 de Ciudad de México y en la 29va edición de la Liste Art Fair en Suiza (que se activa en el contexto de Art Basel). Presentó también su primera exhibición individual en Alemania: “Mugre y Mito” en la DAAD Galerie de Berlín, que dio lugar a su participación en la Berlin Art Week.
En octubre pasado ha inaugurado una exposición personal en la galería Parallel Oaxaca y en Medellín participa en la exposición Inter-Acciones de las Becas y Comisiones de CIFO 2024, que ambas permanecen activas a esta fecha.
Johann: 2024 arrancó con la galería Parallel Oaxaca exhibiendo obra tuya en esa ciudad ¿en qué ha derivado este proyecto?
Patricia: De hecho, son varios proyectos de Parallel en los que he participado este año: exposiciones y ferias (no vinculadas entre sí) en los que he presentado obras hechas con ropa, otras con esqueletos de pájaros.
También las obras de una serie a la que llamo «Textiles encontrados», como por ejemplo «Nebulosa», una atarraya inmensa que encontré en Huehuete, con vestigios de todo su tránsito por el mundo; ropa, plásticos y corales enredados en un mismo universo.
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En Parallel nunca había tenido una muestra personal, hasta ahora. El 19 de octubre inauguré «Osario», donde expongo dos instalaciones: “Golpes”, hecha con una lata vieja y los esqueletos de una loba marina y un perro; el perro está colgado de la loba y de una polea que el público activa como piñata.
Al soltarla, el esqueleto se golpea contra la lata. Narran una historia de opresión que puede leerse desde la cadena alimenticia, la contaminación o la maternidad tóxica.
La otra instalación: “El Camino”, reúne dos esqueletos bovinos, y un personaje antropomorfo rodeado de ropas con fotos de huracanes, fuego y basura plástica: como una carreta nagua[3] asociada a los huracanes y al fin del mundo.
Johann: En septiembre se inauguró Mugre y Mito en la DAAD Galerie, uno de los espacios más icónicos de la escena berlinesa. Luego formó parte de la Berlin Art Week. Contanos un poco sobre esta experiencia.
Patricia: La DAAD Galerie es un equipo de personas de mucho compromiso, con el arte y con la vida. Fue una experiencia hermosa desde su concepción, curaduría y montaje. La inauguración, a la que llegó mucha gente, porque como decís, se realizó durante el Berlin Art Week, fue un momento para celebrar y compartir.
Al tercer día hicimos una charla con Renata Cervetto, que vino de España y salió muy bien, porque Renata es muy acuciosa, sensible y me ayudó a destilar ejes importantes del trabajo.
La muestra es una especie de antología de distintos momentos, hay piezas de hace 30 años y piezas que hice para la muestra, como la serie de serigrafías “Tierra arrasada”, que tiene que ver con la guerra y la muerte, no solo de humanos sino de otras especies.
Tiene un hilo conductor que se expresa bien en el título Mugre y Mito porque va de lo grotesco a lo sublime. Estuvo abierta hasta mediados de noviembre, y mucha gente la visitó, lo cual es lo más bonito de un espacio como DAAD Galerie, que la gente va y se interesa.
Johann: ¿Sentís que el zumo de tu obra está intrínsecamente ligada a una relación inmediata con Nicaragua, o bien pudieses desarrollarla si vivieras en otra parte?
Patricia: No son cosas excluyentes. Yo estoy intrínsecamente ligada a Nicaragua, mi historia personal, mis familias, todo es Nicaragua.
Y sí, podría hacer mi trabajo en otra parte, pero es (y sería) como es porque yo soy, nací, crecí, tuve un bebé que nació y creció en Nicaragua.
La poesía nicaragüense, la adversidad, la inestabilidad política, los huracanes, el terremoto, el sentido del humor, la fritanga… marcaron mi percepción, mis gustos y disgustos.
Mis padres fueron nicaragüenses y se conocieron a la orilla de un pozo en Managua. Esas son experiencias, narrativas que no puedo ni quiero negar; son mi cosmogonía personal.
Toda mi obra es eso. Yo miro el mundo con la sensibilidad consciente que se me formó aquí y a partir de esa mirada lo interpreto y trabajo.
Cuando estoy haciendo mis piezas, el proceso se repite, es otra vez esa mirada, es ese pensamiento el que se estira y se encoge en consonancia con el pensamiento creativo.
Johann: ¿Pensás que, ante la falta de espacios, de gestión y de apoyo en Centroamérica, los circuitos de arte internacional son el camino inmediato para que sus obras (de artistas del istmo) ganen o mantengan vigencia?
Patricia: Sí y no. Entiendo como una aspiración legítima querer vivir del arte y es la opción que mejor permite que se produzca y sostenga un medio artístico.
Entonces siento la falta de coleccionismo y de instituciones culturales que apoyen arte contemporáneo sostenidamente como una condición que nos empuja a buscar alternativas fuera.
Sin embargo, la vigencia de la obra no está vinculada al apoyo institucional, sino a la fuerza de les artistes, a la perseverancia, a la propia necesidad de expresarse y comunicarse.
Johann: ¿Cuáles son tus líneas de investigación actualmente?
Patricia: Actualmente y desde hace unos diez años vengo trabajando con el fin de la vida, desde varios flancos: el fin del mundo, a como lo conocemos, y más recientemente el fin de la vida de mi mamá, y con ello la desaparición de la memoria.
Recientemente empecé a trabajar con esqueletos de animales que encuentro muertos en la calle, los entierro y los desentierro limpios, para trabajarlos y colocarlos en posiciones que de algún modo cuentan una historia.
Son como personajes que hablan de la pérdida de la biodiversidad, pero también de la humanidad y también son mi mamá.
Johann: ¿Cómo encontrás un balance entre la producción, los proyectos y todo lo demás?
Patricia: No hay todo lo demás. Después de muchos años de distintos proyectos tanto culturales como pedagógicos, ahora estoy dedicada a hacer arte. Los únicos proyectos que realizo son la propia producción de arte. Es una etapa de mucha investigación y aprendizaje.
Por otro lado, el equilibrio también lo facilita el que mis amigos sean artistas, de los moridores[4], los que no se rinden, aunque tengan que hacer cualquier otra cosa para ganarse la vida, seguirán haciendo arte y hablando de arte y siendo los mejores artistas que pueden ser.
A fines de octubre estuve en Medellín para el montaje e inauguración de la exposición colectiva Inter-Acciones, de la Colección CIFO. Conocer a los otros artistas que están en la muestra, mientras trabajábamos, esperábamos, almorzábamos, fue un regalo precioso; compartimos días intensos en los que las pláticas acerca de las motivaciones y los procesos fueron muy íntimas y conmovedoras, a veces dolorosas. Su valentía es inspiradora.
Entonces casi no necesito hacer un acto de equilibrio, porque estoy justo en el eje entre mi producción y mi vida afectiva, todo es lo mismo. El balance, o la balanza, tiene los brazos muy cortos, es muy estable.
Johann: ¿Qué estás cocinando para próximas fechas?
Patricia: Ahora comienzo una nueva investigación acerca de los símbolos que están en mis libretas de dibujo, y en los libros que leo. Quiero saber cómo operan esas recurrencias. Es algo muy personal que no sé dónde me va a llevar y que no necesariamente se volverá público.
También retomo la preparación de una expo personal que tendré el próximo año en el Centro de Arte Colección Ortiz Gurdián. Son dos proyectos importantes: volver a exponer en Nicaragua un cuerpo grande de obras, y reconectarme con mi mundo simbólico preconsciente.
Escrito por Johann Bonilla
[1] Del náhuatl Chontalli, que significa «extranjero». Comunidad indígena con lengua propia, de la que se derivan varias ramas étnicas, algunas asentadas actualmente en zonas de Oaxaca y Tabasco en México, y otras que se asentaron en Honduras y Nicaragua.
[2] Cochón es una palabra que se usa para referirse a las sexualidades y géneros disidentes en Nicaragua (Elyla).
[3] En la mitología popular nicaragüense, es una carreta que los esqueletos conducen de noche.
[4] En el argot nicaragüense, un moridor es una persona firme, leal y tenaz.