Nicaragua es sin duda un cúmulo de historias listas para ser escuchadas, escritas, contadas. Por eso el primer taller de Gato Negro nos invita a buscarlas.
La periodista Amalia Morales es la creadora de este proyecto ambulante que surgió hace año y medio con la intención de aportar al periodismo y la cultura nacional.
Un taller para narrar la realidad
El taller nació con la intención de que la gente se anime a contar historias reales y se espera replicarlo en otros espacios y con todo tipo de público. «Creo que hay mucha inquietud y hay mucha gente que tiene historias que las quiere contar pero no sabe cómo», agrega.
El taller viene a dar unas pinceladas en el proceso con técnicas periodísticas para investigar y verificar la información y así garantizar de que lo que se escriba sea lo más cercano a la realidad.
«Me he encontrado con mucha gente que quiere escribir historias reales sobre su familia, su barrio y a veces no sabe cómo estructurarlas. No soy novelista o poeta, pero soy periodista y creo que nosotros hemos aprendido a armar una historia a través de la crónica».
Para Amalia, lejos de estar muerta, la crónica nunca ha dejado de ser necesaria y útil, pues es un género que logra darle voz a las personas para que cuenten sus experiencias.
«Las/os periodistas deberíamos ejercitar más la crónica, porque nos permite cumplir con la misión del periodismo en sí: servir al público», afirma Morales.
20 años de cazar historias
Su labor periodística no ha pasado inadvertida, pues ha recibido premios y reconocimientos dentro y fuera del país.
«Una sin querer va haciendo crónicas, se va identificando con el género y fluye de manera natural desde que quiere contar historias sobre lugares, personajes, experiencias, etc.», cuenta.
Los reportajes y las crónicas de Amalia han echado raíces en los periódicos nacionales desde el año 1997, una de sus primeras crónicas fue sobre el Mombacho y su «bosque de antenas».
«El periodismo que me ha tocado hacer es siempre el de ir a la calle. Ahí vi cómo la gente entendía mejor una historia que no solo fuera puros datos, sino que también describiera ambientes para así contar mejor una realidad y ese es el encanto de la crónica».
Gato Negro y sus planes
Es por eso que a través de su proyecto personal piensa aportar a la cultura con varias ideas que tiene entre manos.
«No hay que tener mucha plata para hacer algo, sino más que todo compartir lo que ya tenemos. Lo primero que hice fue pedir libros para donar y prestar. Armé una lista de libros que yo ya tenía y he creado una suscripción de Gato Negro para que la gente a un precio simbólico de C$10.00 acceda a los libros por el tiempo que quiera», recuerda Morales.
De igual manera quiere aventurarse en el ámbito periodístico, no solo con el taller, sino también con una página web que está en proceso de lanzar. En ella publicará las historias que recoge en la calle a través de un experimento social que comenzó hace unos meses.
«Estuve saliendo a varios lugares públicos, me sentaba, ponía mi letrero de ‘escucho historias’ y recogí como 8 historias. Es una experiencia que se ha hecho en varios lugares del mundo para ver cómo reacciona la gente y si se sienta a querer hablar y acá me funciono muy bien», comenta.
Por otro lado, también se ha animado a presentar películas no comerciales en algunos lugares de Managua como el bar El Faro con la idea de que a través del cine alternativo la gente también se anime a conversar e interactúe.
Fotos cortesía de Juan Carlos Romero.