La mañana del domingo el mundo se enteró del devastador hecho ocurrido en Orlando. El machismo, el fundamentalismo religioso, el odio y el heteropatriarcado, han acabado a través de uno solo de sus hijos fieles con la vida de 50 personas lesbianas, gays, y trans, pero también con la vida de sus familias; el dolor se ha convertido en un estado permanente de sus existencias.
Hoy me da una profunda tristeza tener presente que los próximos podemos ser nosotros, el fundamentalismo no respeta a nadie, al contrario irrespeta, menosprecia, hace que deje de existir lo diferente. Las personas fundamentalistas han olvidado que Dios es amor y que todas somos sus hijas, sus hijos, ya que como dicen las escrituras que ellos/as mismas dicen conocer: “donde hay amor ahí está Dios”.
Nos han matado desde hace tiempo por ser lo que queremos ser, y no me refiero a cientos de balas perforando nuestras humanidades, me refiero también a la burla que desde nuestras infancias hemos recibido por parte de nuestras maestras, maestros, compañeros de clases. Nos han matado cuando nuestros padres y madres nos dan la calle porque prefieren un hijo o hija muerta antes que lesbiana u homosexual, nos han matado cada vez que en la calle un grupo de trogloditas piensa que somos divertidas y se creen con derecho de decirnos cualquier estupidez o en el peor de los casos a golpearnos con total impunidad.
Ante hechos tan despreciables como este, no basta solamente rezar, orar, invocar y rogar al cielo; dudo mucho que sea el mismo Dios al que le oramos por nuestra seguridad, el mismo que autorizó al autor de la masacre para que fuese por nuestras compañeras y compañeros y les acribillara. Ya no se trata únicamente de encontrar respuestas en dioses, religiones, cada quien que crea en lo que quiere creer, pero por favor, ya déjennos en PAZ.
En vísperas de celebración del mes del orgullo LGBTI (lésbico-gay-bi-trans-inter) debemos más que nunca, manifestarnos en contra de toda expresión de violencia machista contra nuestros cuerpos. Debemos ser un refugio y una comunidad unida ante un mundo que nos prefiere muertos antes que considerarnos parte de esta sociedad.
El alarmante nivel de violencia machista del que hemos sido testigos en los últimos tiempos es desesperanzador, miles de mujeres asesinadas por el simple hecho de ser mujeres y de repente homosexuales, lesbianas y trans son parte de la lista de víctimas de la violencia patriarcal de nuestro día a día.
Manifiesto en este escrito y le recuerdo al gobierno y Estado de Nicaragua que en sus condolencias oficiales han “omitido” que las víctimas de este lamentable hecho fueron personas LGBTI en un espacio LGBTI, mejor que yo saben que lo que no se nombra no existe, no se trata de ciudadanos comunes y corrientes, se trata al igual que nosotros de una ciudadanía que ha sido obligada a permanecer en las márgenes.
No quiero dejar de expresar la importancia de marchar y manifestarnos públicamente como comunidad LGBTI este mes y todos los meses del año. El odio y el desprecio a los homosexuales, lesbianas, travestis, transgéneros, transgéneras, transexuales, bisexuales, intersexuales y otras expresiones que conforman este movimiento contestatario se hacen más notorios y populares cada vez más, un día seremos tantos que no habrán suficiente balas para matarnos.
Escrito por Elvis G. Salvatierra
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