Hace unos días compartimos un texto en Facebook, que se originó en México a raíz del asesinato de Mara Castilla, una estudiante mexicana que desapareció después de abordar un auto de Cabify —una empresa española de transporte privado, similar a Uber—, después de una fiesta en Puebla, ciudad donde estudiaba.
Una semana después el cuerpo de Mara fue encontrado en una cañada, sin vida. El conductor de Cabify, quien inicialmente dijo que la había dejado a metros de su casa, fue detenido y ahora figura como el principal sospechoso del feminicidio.
El caso de Mara ha abierto el debate sobre la violencia de género en ese país, así como en toda Latinoamérica. Las manifestaciones empezaron en las redes sociales bajo las etiquetas #JusticiaParaMara y #NoEsTuCulpa. Esta última etiqueta fue la respuesta de las internautas a los cientos de comentarios y tuits que culpabilizaban a Mara de su propia muerte, por el hecho de haber ido a la fiesta.
#MiCasaEsTuCasa: un ejemplo de sororidad digital
Es uno de las etiquetas que se usan en el texto que compartimos. Es importante resaltar que rápidamente los esfuerzos en línea se convirtieron en acciones concretas de acuerpamiento y sororidad, así como en protestas que se realizaron en varias ciudades de México durante el fin de semana.
En un país donde 7 mujeres mueren a diario por razones de género, este feminicidio logró ser parte de la agenda mediática, resultado del sentimiento generalizado de inseguridad y violencia con el que la mayoría de las mujeres mexicanas y latinoamericanas logra identificarse.
En Nicaragua las redes sociales se han convertido en una forma de denuncia ciudadana para mujeres que sufren violencia machista, como lo explica Cinthya Zeledón en su artículo.
Es alentador ver que a raíz de estas denuncias han surgido algunos espacios para hablar de abuso sexual y violencia, y ese es el principal valor del Internet, la capacidad para conectar a las personas de una forma inmediata.