Mi amigo Ricardo y yo somos amigos desde la secundaria. Por cuestiones de la vida, yo me fui a vivir a México y el estuvo viajando por todos lados, desde Washington hasta Madrid, pero siempre encontramos la manera de mantenernos en contacto.
Ahora con las redes sociales y el internet las distancias son muy tolerables. Siempre nos hemos mostrado música, desde pequeños, y ahora ya cerca de los treinta seguimos haciéndolo desde cualquier lugar en el que estemos. En los últimos dos años hemos utilizado Spotify para compartirnos playlist y álbumes que nos gusten y que obviamente no vamos a escuchar en la radio nacional. Desde nuevos lanzamientos de artistas consagrados, hasta nuevos descubrimientos de músicos independientes. Cuando descubrí este servicio de streaming quedé maravillado por la cantidad de música que hay y lo interesante de la plataforma y no tardé mucho en suscribirme a la versión premium que a mi juicio vale mucho la pena. Sobre todo en Nicaragua, que es más barato que en otros países.
Tal vez exagero, suelo hacerlo bastante, pero para mí es un parte aguas en la forma en que escucho música porque para mí es tan cómodo, rápido y fácil de usar. Ya no tengo que bajar torrents de discos y esperar que no vengan con virus, o con una calidad baja, o que el internet se ponga lento. Puedo encontrar casi cualquier disco que quiera escuchar y repasarlo a como hacía cuando compraba discos. Aunque algunos artistas a los que recurro constantemente (como Peter Gabriel) no han querido ceder los derechos de sus catálogos por considerar que la empresa es injusta con el porcentaje que le toca a los músicos y que tendrías que tener millones de reproducciones para que verdaderamente puedas ganar unos miles de dólares y considerarse como un negocio.
Hace poco leí una entrevista que le hicieron a Thom Yorke en donde el vocalista de Radiohead despotricaba en contra del servicio de streaming de Spotify y lo definía como “el último aliento de una industria moribunda.” Hablaba de las pocas regalías que le llegan al autor, que al final del día son los que aportan el contenido, y sin nuevo contenido, no hay razón de ser de un servicio de streaming. http://rollingstone.es/noticias/thom-yorke-dice-que-spotify-paga-una-mierda-y-retira-sus-canciones-del-catalogo/
Para él la relación directa entre el autor y el público, es más importante que cualquier intermediario que pueda surgir. Como lo hicieron con su disco “In Rainbows” donde ofrecían al público descargar el disco al costo que ellos le pusieran. “Ahora, toda esta maldita gente se mete de por medio, como Spotify, quienes tratan de ser como porteros de todo ese proceso, cuando nosotros no los necesitamos. Ningún artista necesita eso, podemos hacer toda esa mierda nosotros mismos. Ellos creen que pueden llegar, juntar toda la música, regalar todos los catálogos viejos”. Bueno, eso es lo que hacen los sellos discográficos, conectar al público con el artista, aunque los artistas independientes no quieran o no les guste aceptarlo. El detalle con Spotify es que la gente ya no compra discos. Mis amigos cercanos consumen toneladas de música y que yo sepa ninguno compra discos, ni siquiera piratas.
En mi juicio no quiero ser ni juez ni parte en esta discusión. Y si somos realista, eso lo dice Thom Yorke porque es Thom Yorke, y porque tiene una banda como Radiohead que genera millones y tiene fans por todo el mundo. Eso le da una voz muy fuerte y una posición para no querer tener sus discos como solista en el servicio y buscar otros medios de difusión porque al final del día sus fans van a seguirlo a donde vaya. No me malinterpreten, Radiohead es de mis bandas favoritas, y su posición tiene bastante sentido pero está agena a la realidad de miles de músicos independientes como un servidor.
Todos mis discos, tanto de Doble Circulación, como de Don Sevilla, están en Spotify y jamás he recibido un centavo (porque se los queda mi disquera, según mi contrato) de regalías, pero considero que es una gran herramienta para que los músicos independientes tengamos nuestro catálogo a disposición de las personas que usen esta plataforma, como yo, para consumir música. Que sea bueno o malo según los contextos propios de cada músico, pues eso lo decidirá cada quien. Y si la industria de la música grabada muere, pues que se muera, igual seguiremos haciendo música y conciertos, ahí no hay forma que nos pirateen.
Al final del día pues escuchamos música donde más nos acomodemos. Escucho mucha música y cada vez quiero escuchar más y más. En mi adolecencia no tenía acceso a miles de discos porque no tenía tanta plata para comprar todos los que quería y entonces me encuentro con Spotify y lo amo y lo uso a diario, aunque muchos los consideren “el último aliento de una industria moribunda.”