Escrito por Andrés Villacorta
La historia del cine salvadoreño ha pasado por toda clase de altibajos, desde que en 1969 Los Peces Fuera del Agua, dirigida por José David Calderón, se convirtiera en la primera producción reconocida en el cine salvadoreño en 1969.
55 años han pasado desde este primer largometraje y a pesar de que cada año se estrenan un poco más de películas, su distribución y el desconocimiento del público general hacen que la viabilidad del cine salvadoreño siga siendo complicado.
Durante este período de tiempo el cine documental ha sido el más importante para el país, en especial las obras de Marcela Zamora, documentalista graduada de la escuela internacional de cine y televisión de San Antonio de los Baños en Cuba.
Zamora ha realizado grandes documentales como María en tierra de nadie y Los Ofendidos, obras que buscaban mostrar la parte más humana de la migración como de las tragedias en la guerra civil salvadoreña.
En los últimos años gracias al trabajo de Marcela Zamora, otras cineastas lanzaron sus proyectos documentales, por ejemplo, Marlén Viñayo hizo dos documentales muy exitosos a nivel crítico como fue Cachada en 2019, y su obra más importante a nivel internacional, Imperdonable, en 2020, abordando el tema de las pandillas y la población LGBTIQ+.
El cine en el país siempre ha estado lleno de constantes desafíos, pero también de significativos avances. A medida que emergen nuevos talentos, así como proyectos, las personas protagonistas del cine salvadoreño coinciden en un aspecto fundamental: “el camino es complicado, pero se está allanando poco a poco”.
Los obstáculos y la evolución del cine salvadoreño
Uno de los grandes desafíos a los que se enfrentan la mayoría de cineastas de El Salvador es el financiamiento. La falta de una industria consolidada implica que los proyectos cinematográficos dependan en gran parte de la creatividad y la perseverancia de los cineastas para sacar a la luz sus proyectos.
Sin embargo, esto parece estar cambiando poco a poco, según Arturo Menéndez uno de los cineastas más importantes del país en los últimos 15 años, poco a poco se ha reducido el temor de invertir en el cine salvadoreño.
“El presupuesto siempre es un problema, no solo acá sino en cualquier lado, pero este aumento de confianza de las productoras está ayudando a sacar adelante nuevas producciones”, expresa Menéndez.
El desafío sigue siendo grande, pero de acuerdo a cineastas de El Salvador, se ha ido construyendo una nueva imagen de credibilidad que logra atraer más inversión al país.
Por otro lado, el director Michael Flores, destaca la importancia de maximizar los recursos disponibles: “Si quieres hacer cine, usa lo que tienes ahorita. Si esperas a que llegue el dinero o la productora, nunca lo vas a lograr”.
Flores recalca que la creatividad es clave, y que los festivales de cine juegan un papel fundamental en la exposición de nuevos talentos.
Sin embargo, menciona que la distribución sigue siendo un gran obstáculo, y que es común que los cortometrajes “nazcan y mueran en los festivales”, ya que la posibilidad de recuperar la inversión es prácticamente nula.
La ventaja de la formación y el crecimiento del talento nacional
Uno de los elementos que ha ido mejorando con los años es el crecimiento del talento. A nivel formativo se han abierto nuevas oportunidades.
Para Michael Flores “la fortaleza siempre ha sido el documental, pero la ficción ha crecido muchísimo en los últimos cuatro años”.
Este crecimiento no solo es una señal de que el país está avanzando en cuanto a producción, sino que también abre las puertas para que nuevas generaciones de cineastas se atrevan a contar nuevas historias.
Arturo Menéndez también comenta que cuando él comenzó a hacer cine hace casi dos décadas, no había cineastas como tal, sino que eran personas que alguna vez habían hecho publicidad. También agrega que en estos años se ha logrado alcanzar un nivel más alto de profesionalismo comparado a como solían ser los rodajes.
La mezcla de nuevos cineastas con las generaciones anteriores han propiciado un intercambio intergeneracional que es esencial para fortalecer el cine salvadoreño a largo plazo, ya que permite que las nuevas voces surjan y se enfrenten a los desafíos del medio con una base más sólida.
¿Qué tan viable es hacer cine en El Salvador para el futuro a mediano plazo?
Este es uno de los temas más espinosos en la actualidad y uno de los que genera más debate entre cineastas. Si, hay un avance bastante claro en comparación con hace 10 años, pero aún queda un largo trecho para que sea algo totalmente rentable.
Arturo Menéndez comenta que hasta el día de hoy, ninguna película salvadoreña ha generado un ingreso suficiente para recuperar la inversión al 100%, esto plantea una duda y preguntas sobre la rentabilidad de las películas a nivel nacional.
Te puede interesar: Periplos de artistas nicas en el extranjero: Elyla y Patricia Belli
A pesar de esto, tanto Arturo como Michael, concuerdan que el país tiene el talento necesario para poder crear una industria sostenible.
Para Arturo “podemos decir que estamos a un nivel de producción cercano a Netflix” y para Michael “el equipo con el que trabajé mi último cortometraje, me lo llevaría sin duda a trabajar a Los Angeles, porque el talento está”.
Es decir que la vialidad a nivel de talento es evidente, falta que el público comience a responder en las salas de cine y que esto haga que el cine salvadoreño se integre en una industria regional.
El apoyo es fundamental
Tanto Arturo Menéndez como Michael Flores plantean una visión esperanzadora: “Hay que apoyar el cine nacional, porque es la forma de mover la industria, los productores quieren saber, que hacer cine en El Salvador no es una pérdida de dinero”.
Esta declaración refleja la importancia de la audiencia y un esfuerzo conjunto entre la comunidad cinematográfica, las instituciones y el público para trabajar de la mano para que el cine salvadoreño prospere a mediano plazo. Para Arturo es importante crear una identidad cinematográfica que resuene a nivel internacional.
El Salvador tiene todo el potencial para hacer crecer su industria cinematográfica. Los pasos están dados, y aunque el camino puede no ser un camino de rosas, las personas que hacen cine en El Salvador tienen el talento y la disposición de seguir adelante, hacer proyectos y conquistar las pantallas.