Febrero enmarca la celebración del amor y la amistad en muchos de los países de occidente y de tradición cristiana. Sin embargo esta festividad eminentemente emotiva y espiritual se ha popularizado en el mundo entero gracias a la parafernalia que impulsa el comercio.
Es inevitable hablar del amor en estas fechas, así que en esta oportunidad dedicaré esta publicación a ahondar en la forma en la que éste (en particular el amor de pareja) ha sido representado en la literatura infantil.
“Y vivieron felices para siempre” es una frase emblemática y que ha permanecido en nuestras memorias a través de los clásicos y cuentos de hadas, en donde las historias finalizan con una resolución totalmente clara y definitiva. De esta manera se cierra la posibilidad a cuestionamientos sobre la larga y bienaventurada vida que se supone llevarán el principe y la princesa hasta el fin de sus maravillosos días.
Pero no sólo este final absoluto es lo que limita esta fórmula. Las resoluciones de este tipo (y más en temas como el amor) niegan a los personajes la posibilidad de mostrar debilidades y errores, por lo tanto los protagonistas de estas historias se alejan de las características humanas y se vuelven clichés o bien modelos imposibles de alcanzar.
Un libro infantil que abre la puerta a indagar más allá del “y vivieron felices para siempre” es ‘El Aprendizaje Amoroso’ de Laëtitia Bourget y Emmanuelle Houdart, a través de agudas y cómicas preguntas, que hacen del clásico “final feliz” el comienzo de todo.
‘El Aprendizaje Amoroso’
En general, los libros infantiles publicados por el Fondo de Cultura Económica renuncian al didactismo y a los mensajes panfletarios. Fácilmente podremos encontrar personajes que cometen errores o bien finales más aproximados a la realidad de la vida misma. Estos finales inconclusos o que no aportan soluciones evidentes, contrario a lo que pueda parecer, brindan posibilidades imaginativas a la niñez lectora, propiciando un acercamiento literario más estético e interesante a partir de la sorpresa.
‘El Aprendizaje Amoroso’ muestra el afterparty del final feliz, con preguntas tan chistosas como: ¿Cómo podía el príncipe seguir siendo azul si roncaba en la noche? Y la princesa ¿Cómo podía seguir siendo hermosa si le salían horribles granos en la cara? ¿O cuando los zapatos del príncipe olían a queso? ¿Y cuando a la princesa se le escapaba un ruidoso aroma a pesar de todos sus esfuerzos por contenerlo?
El libro rescata el valor de la cotidianidad y de las imperfecciones de la vida en pareja, aspectos que al hablar de amor pocas veces salen a relucir en la avalancha de calificativos preciosistas con las que se le cataloga.
Sobre los finales felices
El valor y la importancia de la fantasía en la literatura infantil son indudables. Los finales felices vienen acompañados de la certidumbre que el ser humano necesita experimentar para reconfortarse, sin embargo que todavía se siga repitiendo esta fórmula -aún en nuestros tiempos y bajo el supuesto de haber superado los valores arcaicos que algunos clásicos promueven- no brindan al lector la oportunidad de llegar a sus propias conclusiones y de dilucidar los “huecos” que algunos autores pueden dejar adrede para despertar al detective que todos llevamos dentro.
En conclusión, los finales felices son necesarios: nos dan esperanza, pero los finales abiertos o poco convencionales son igualmente valiosos porque nos enseñan a lidear con las expresiones de la diversidad humana, la frustración y reconocer sentimientos como el amor en todas sus dimensiones y etapas.
*Puedes buscar ‘El Aprendizaje Amoroso’ y más publicaciones del Fondo de Cultura Económica, en ¡Libros para Niños!*
Escrito por Lula Mayorga