Yolanda Oreamuno fue una escritora costarricense que incursionó en el ensayo, la novela y el cuento.
Hoy es, sin temor a equivocarme, la escritora más importante de la historia de Costa Rica siendo por ejemplo, la más estudiada por especialistas en literatura.
Por desgracia, a Yolanda la fama le llegó después de muerta y la indiferencia con la que su país recibió su obra, fue algo que la marcaría para toda la vida.
Nació en San José en 1916 y comenzó a escribir a muy temprana edad. Su padre murió cuando ella tenía apenas 9 meses y creció junto a su madre y su abuela.
Yolanda no pudo ir a la universidad, en ese tiempo era muy difícil y muy pocas las mujeres que accedían a la educación superior, por ello, estudió secretariado y mecanografía lo que le permitió trabajar en la Embajada de Chile, donde conocería a su primer esposo, Jorge Molina Wood, con quien se casó en 1933.
Pérdida y dolor
Se ha dicho mucho que la vida de Oreamuno está marcada por la tragedia, y aunque suene exagerado, es una realidad.
Después de un año de matrimonio, su marido se suicida y ella debe regresar a Costa Rica, ahora viuda. En 1936 la escritora comienza a frecuentar círculos comunistas donde conoce a su segundo esposo Oscar Barahona con quien se casa en 1937 y de quien se divorcia en 1945, un hecho inaudito para la época y la conservadora sociedad costarricense del momento, donde una mujer divorciada y escritora no podía significar nada bueno.
Al divorcio se añade otro agravante en la vida de la autora, y es que Barahona adquiere la custodia del hijo que tuvieron en común y le impide, incluso, verlo.
Así comienza la vida de autoexilio que Yolanda se impone intentando dejar atrás el dolor de su divorcio y la pérdida de su hijo. Vive en Guatemala y es ahí donde gana un importante premio en 1948 por la única novela que se conserva de la autora: La ruta de su evasión, obra que no llega a tener ningún eco en su propio país al momento de su publicación.
Consigue varios trabajos pero ninguno con una paga considerable. Fueron muchas las penurias económicas que pasó la autora, desde no poder continuar con el reclamo legal de la custodia de su hijo por falta de dinero y el acoso sexual que recibió de su abogado, hasta no tener dinero para comprar una máquina de escribir o revalidar su pasaporte vencido para poder viajar a México.
Sergio Ramírez describe las vicisitudes de la vida de Oreamuno en su novela La fugitiva a través de un personaje ficticio: Amanda Solano.
La novela cuenta la vida de una escritora por medio de las descripciones que hacen de ella, tres amigas muy cercanas. No es difícil averiguar que se trata de la vida de Yolanda, para quien su gran inteligencia y belleza terminaron convirtiéndose en un obstáculo en una sociedad profundamente machista.
Luego de pasar una temporada hospitalizada en Estados Unidos, Yolanda muere en México el 9 de julio de 1956, a los 40 años en la casa de la poeta costarricense Eunice Odio.
Su cuerpo es enterrado en un panteón sin más placa que el código que le fue asignado a su tumba. Sus restos son repatriados en 1961 y es hasta entonces que el nombre de Oreamuno comienza a ser escuchado en su propio país.
Inaugura la novela moderna en Costa Rica
La obra de Yolanda, pese a lo poco que se conserva de ella, es importante para las letras en su país y en Centroamérica, por lo profundamente disruptiva que fue para su época.
Mientras en Costa Rica se narraba desde el costumbrismo y la vida del campo, Oreamuno fuertemente influida por Marcel Proust, se adentró en la novela psicológica, en el monólogo interior y en los juegos del estilo narrativo.
Atacó abiertamente el folclore que estaba tan en boga en la literatura de su país y por eso mismo su propia obra fue tratada con tanta indiferencia, tanto así, que cuando gana el premio de novela “15 de Septiembre” en Guatemala, aparece una breve mención en el periódico La Nación, titulado “Una compatriota obtiene el premio en el Concurso Centroamericano de Novela” y no se diría nada más sobre su obra hasta después de su muerte.
La única novela (o la única conservada), La ruta de su evasión (1948), es la que más estudios ha generado. Dicha novela cuenta la historia de varios personajes que giran en torno a la vida de Teresa, una joven perteneciente a una tradicional familia costarricense, cuya mente deambula entre el presente y el pasado de su propia familia y su propio matrimonio.
Esta obra ha sido considerada de vanguardia debido a las técnicas utilizadas por la autora, como el monólogo interior, la ruptura con la narración lineal y el tratamiento de temas como la sexualidad y la muerte, asuntos tabú para ese momento, además de la creación de personajes con una psicología mucho más compleja que los descritos por las novelas de la época.
Es una verdadera lástima para las letras en Costa Rica y Centroamérica que Yolanda Oreamuno haya muerto tan joven, y peor aún, es de lamentar que mucho de su trabajo se haya perdido.
Sin duda, Yolanda fue víctima de una sociedad terriblemente machista que impidió el desarrollo de su propio talento. Muchos dicen, que de haber vivido más, la obra de esta escritora alcanzaría los niveles de los propios escritores del boom latinoamericano. La misma Yolanda antes de morir, habla sobre sentirse lista para escribir la mejor obra de su generación:
«Yo estoy madura ya para producir la mejor obra de mi generación en Latinoamérica. No estoy embromando. Creo en eso como los antiguos creían en el destino; creo en mi misión de belleza».
Carta de Yolanda Oreamuno a Joaquín García Monge
En una entrevista, Sergio Ramírez habla de Yolanda y el distanciamiento de su obra con las de sus contemporáneos en los años cuarentas y dice lo siguiente:
«Yolanda Oreamuno había roto con los cánones vernáculos de la literatura que eran una especie de pilares sacro santos de la literatura nacional: lo vernáculo, lo social. La literatura se movía entre lo vernáculo y lo social y de repente viene esta mujer y plantea una literatura introspectiva que busca explorar el alma humana hacia dentro».